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José A. García del Castillo

LA PLUMA Y EL DIVÁN

José A. García del Castillo

Reflexiones

Estamos viviendo situaciones políticas y sociales que serían impensables en una sociedad estructurada en el pensamiento crítico

Reflexiones

Desde que los diferentes gobiernos de este país fueron decidiendo unilateralmente que la filosofía no era necesaria para una buena formación integral de los españoles, las reflexiones han pasado a ser genuflexiones ante los altares ideológicos más extremos, rindiendo un culto irreflexivo al fascismo y al comunismo, y envenenando toda posibilidad de crítica organizada, sobre todo, por falta de criterio ilustrado.

Una de las mejores estrategias para evitar situaciones incómodas en el poder es contar con una masa de ciudadanos que sea poco o nada crítica, donde cualquiera de las posiciones que se adopten sea aceptada sin censuras y sin oposición. La eliminación de la reflexión crítica consigue que las mayorías se dobleguen sin rechistar a los abusos de poder.

Estamos viviendo situaciones políticas y sociales que serían impensables en una sociedad estructurada en el pensamiento crítico. Seguimos asistiendo, legislatura tras legislatura, como meros espectadores, a los cambios sistemáticos de las leyes educativas que se diseñan en base a la ideología del gobernante de turno y de espaldas a los responsables de la educación.

La formación filosófica, esa que tanto se rehúye y amordaza, facilita la expansión del pensamiento humano y posibilita que la realidad no sea única y teledirigida, sino que puede entenderse desde diferentes puntos de vista, algo que sabemos que horroriza a los que sustentan el poder.

En estos momentos de pandemia, que la sociedad ha abierto los ojos a la ciencia por necesidad egoísta de no enfermar, de seguir viviendo y de recuperar la normalidad en sus vidas, tenemos que recordar que la filosofía es «la madre de todas las ciencias», imprescindible para avanzar en cualquier disciplina científica.

Dos de las metas más importantes para el ser humano, también las culmina la filosofía. Por una parte, la búsqueda de la felicidad a través del conocimiento y, por otra, la libertad en su máxima amplitud, dado que sentirnos libres o no, también depende de cómo afrontemos la realidad.

De hecho, todas las restricciones que estamos sufriendo en nuestros derechos fundamentales se intentan justificar por la defensa de la vida, pero en sentido estricto es una vulneración que rompe todos los esquemas básicos de una estructura democrática. No olvidemos que hay sociedades que viven en una continua excepcionalidad, como nosotros ahora, y eso se hace posible cuando se vincula a cuestiones que la sociedad puede entender o aceptar como básicas o vitales.

Abandonar la reflexión dejando la filosofía a un lado, significa renunciar al avance social, al ajuste y control político, al equilibrio cultural y, sobre todo, al acceso a la felicidad y la libertad.

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