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Antonio Sempere

Pantalla partida

Jorge Javier Vázquez.

Ofrecer la pantalla partida entre Sálvame y los Informativos Telecinco para que Jorge Javier Vázquez dé paso a Pedro Piqueras es una de los más grandes desatinos vistos en la televisión reciente. Que marca el sino de los tiempos y subraya el deterioro del medio.

Ese punto y seguido rebaja las noticias a contenido más que ligth, convirtiéndolas en no más que un condimento picantón de esa programación, endogámica como ella sola, en que se convirtió hace mucho la parrilla de Telecinco. Así, cuando en medio del fragor de la fiesta, de discusiones de la peor especie o en situaciones surrealistas de patio de colegio, Jorge Javier cede paso desde su pantalla partida a Piqueras, no es que le esté haciendo un favor a las noticias, logrando de este modo que las vean unos cuantos miles de espectadores más; es que está degradando, y de qué modo, los contenidos que vendrán a continuación. Es humillante que Piqueras se venda así por la audiencia.

Entre el planeta Sálvame y los informativos debería haber un cortafuegos. Existen muchos y variados recursos televisivos para ello. Basta con cualquier cortinilla en forma de spot promocional. No es de recibo mezclar tan alegremente un formato tan tóxico como Sálvame con una de las patas sagradas de la televisión, la de la información. Otra cuestión sería analizar el sumario de las noticias, hasta dónde son capaces de desbarrar.

De lo que no hay duda es de que Sálvame nació con mancha. El entretenimiento es otra de las patas de la tele, sí. Pero no un entretenimiento zafio y sistemático. Sálvame, desde el primer día, tuvo barra libre para mancillarlo y ensuciarlo todo. Olvidando que las televisiones privadas también cumplen un servicio público. Y que no deberían provocar vergüenza ajena.

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