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Mercedes Gallego

La vida moderna

Los logos de Facebook y Twitter

Moderna sobrevenida. Eso es lo que soy. Nada de punta de lanza, ni de cabeza de león y ni rastro de la kikuyu que, como en Memorias de África, se adelantaba a la expedición para hacer fuego y mostrar así el camino al resto. En lo relativo a lo recién llegado, a lo moderno, soy más seguidora que pionera. Yo lo achaco a una pereza innata para adentrarme en el aprendizaje de lo nuevo. Una galbana que, por citar un ejemplo, hace que me dé tiricia leerme las instrucciones del coche, las del horno y hasta las del satisfyer. Da igual el objeto de deseo. Ahora bien, en cuanto venzo ese escollo y abrazo el avance, sea cual sea, me transformo en la más acérrima de sus seguidoras. Una conversa en toda regla, vamos.

Así, de abjurar de las redes sociales, en un abrir y cerrar de ojos pasé a tener Tuenti, después Facebook, luego Twitter, a continuación Instagram y ahora Tik Tok. Y menos la primera, que se extinguió, y la última, que va a hacer que nos acabemos extinguiendo todos, mantengo todas operativas. Y en cuanto al cine, tres cuartos de lo mismo. Aun siendo adicta a la gran pantalla y despreciar durante años las plataformas que te llevan las pelis a casa porque eso le quitaba magia al séptimo arte, proclamaba a quien me quería escuchar, con decir que la última de Javier Fesser la he visto en el móvil creo que se lo digo todo. Tanto que me estoy repensando darle otra oportunidad al manual del satisfyer.

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