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Mercedes Gallego

OPINIÓN

Mercedes Gallego

Turismo de inmunidad

La Infanta Elena.

Enterarme de que las hermanas del rey habían aprovechado la visita a su padre en Abu Dhabi para vacunarse contra el covid y venírseme a la cabeza aquellos viajes también con componente sanitario, pero cuyo destino era Londres, fue todo uno. Porque a pesar de los años y de los avances sociales que separan ambos periplos, la esencia es la misma. Tanto las mujeres que compraban un billete con clínica incluida para solventar en el extranjero un problema al que en esos momentos no había solución en este país, como las infantas, sirviéndose de las vacaciones para venirse inmunizadas de Oriente Medio, tienen un denominador común: lo hacen quienes pueden.

El resto, de entre las primeras, se tenía que conformar con un carnicero cercano o, como mucho, con un viaje de ida y vuelta en el día a Portugal para, fuera cual fuere la opción, jugarse la vida a cambio de decidir sobre su maternidad.

Pero mientras en aquellos años que precedieron a la ley del aborto no eran muchas las opciones ante un embarazo no deseado, Elena y Cristina de Borbón sí tenían otra salida sin moverse de casa: aguardar como todo hijo de vecino a que les llegara el turno para recibir la vacuna. Bueno... como todo hijo de vecino que no sea alguno de los políticos, curas, militares o sindicalistas que, como las infantas, tampoco han querido guardar cola.

No seré yo quien afee a las hijas del emérito una decisión que ha liberado dos vacunas para el resto de los españoles. Bienvenidos sean los viales. Lo que no me parece de recibo es que hayan enmascarado como una visita a su padre las ansias de inmunidad. Claro, que lo mismo es lo que desde pequeñas han mamado en casa.

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