Enfoque animalista

Así que el espectáculo consiste en hablar del pánico, de la política del miedo y del control a raíz de determinados asuntos como esta pandemia. Un plató de televisión con programa de entrevistas presentado por la que fue famosa oveja clonada, de nombre Dolly, en compañía de una perra espacial. Una de aquellas vacas locas, una gallina evocando la gripe aviar y un reno siberiano que descongeló el cambio climático. El ántrax, o aquel perro sacrificado en 2014 por si estaba infectado de ébola. «Excálibur y otros animales muertos» se estrenó en 2019, antes del actual coronavirus, que se incorpora, y pretende cuestionar esos temores que se lanzan interesadamente por unas estructuras de poder que generan catástrofes. Gobiernos, grandes corporaciones o la industria farmacéutica con la intención de manejarnos. Y visto desde un enfoque animalista. Aun teniendo en cuenta que estos criterios albergan una determinada verdad, es peligroso restar importancia a hechos que causan estragos y que no son pura y simple ficción con objeto de controlar, utilizar a las personas y «limitar derechos y libertades», según las tesis del negacionismo o de los exaltados por cuestiones políticas. Otra actitud es dudar sobre el origen del virus. A propósito de aquella alarmante gripe A, es cierto que sobraron millones de vacunas en todo el mundo. Un buen negocio para algunos. Además, tenemos las características del montaje, el matiz gamberro y la muy coordinada y precisa función de Lluki Portas, Diego Ingold y del técnico Marc Homar, de la compañía mallorquina Hermanas Picohueso, responsable de una creación que se alimenta con nuevos lenguajes artísticos, fruto de investigar nuevas formas de contar las cosas y apoyándose en el universo del títere para mayores. Teatro documento con estilo YouTube y acumulación verbal. Vemos imágenes de vídeo y cómo se realiza el programa. Lo real y lo que se ve con la idea de sugerir que nos manipulan, a lo que contribuyen los medios de comunicación sensacionalistas.