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Isabel Díaz Ayuso.

Tengo que reconocer mi total incapacidad para elaborar una opinión coherente y de actualidad sobre los últimos acontecimientos que se suceden de forma endiablada en nuestra querida y curtida España. También reconozco que este es el cuarto borrador que elaboro y es que, en un periodo tan corto, en apenas una semana, es tal la cantidad de noticias cambiantes, contradictorias y de interés que a ver quién tiene los atributos, masculinos o femeninos, para dejar por escrito un razonamiento, un juicio de valores sabiendo que, a las pocas horas ante otra serie de hechos, tus argumentos ya se han quedado caducos, sin sentido y carentes de fundamento.

Fue el pasado miércoles, 10 de marzo, cuando seis señores y señoras de Murcia y militantes de Ciudadanos decidieron romper el pacto de gobierno con el partido popular, sus socios hasta entonces. Los motivos: supuestas prácticas mafiosas, de corrupción y de tráfico de influencias para que distintos cargos políticos y personas influyentes pudiesen vacunarse saltándose los turnos establecidos. Los murcianos recordando que desde el caso “Watergate” a mediados de los 70´en Estados Unidos, el sufijo “gate” se había convertido en sinónimo de escándalos políticos, al suyo y con bastante guasa, le han llamado “Vacunagate”.

Los socialistas murcianos no pierden la ocasión e inmediatamente anuncian una moción de censura. Los populares, sin el apoyo de ciudadanos, parecían condenados al banquillo de la oposición. Pero apenas 72 horas después, tres diputados de Cs decidieron ignorar la decisión de su partido anunciando que no votarían a favor de la ya anunciada moción de censura. Los mismos que denunciaron el “Vacunagate” ahora con nuevos contratos y argumentos vinieron a explicarnos que: “…La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte...”. Con nuevos sueldos y cargos políticos, abandonan Ciudadanos y engrosan las filas del partido popular. El escándalo, el terremoto político se ha desencadenado. Hoy, 16 de marzo, y a pesar de que otro señor de Murcia y de ciudadanos ha manifestado su intención de abstenerse, la moción de censura sigue adelante. Los socialistas y los dos consejeros que le quedan a ciudadanos sueñan con sumar los tres votos de tres diputados de Vox. Diputados que fueron expulsados, hace un año, del partido ultraderechista. ¡De locos! Y de locura total, si los socialistas, ciudadanos y podemitas se hacen con el Gobierno Murciano gracias a dos señores y una señora de Murcia, pero ahora exmilitantes de Vox. Como diría el cartagenero Trillo: “¡Manda huevos!”.

Horas después del sunami político en Murcia, las réplicas llegan hasta la capital. Hasta Madrid. Allí Ayuso ya ha colocado su muro de contención. En una rueda de prensa urgente, y con argumento de “por si acaso”, por si acaso le ocurre lo mismo que a los murcianos, la dirigente popular madrileña anuncia a bombo y platillo la convocatoria de elecciones anticipadas para el cuatro de mayo. En el mismo acto fulmina a su vicepresidente y a todos los consejeros de Ciudadanos. Finalizando, y para caldear el ambiente, ya en campaña electoral mostró a los madrileños su lema: “O socialismo o Libertad”. Al mismo tiempo, los grupos de la oposición, y aun sabiendo que no prosperaría, lanzan dos mociones de censura contra el gobierno de la Comunidad Madrileña; una encabezada por el socialista Gabilondo “El ausente” y otra por el Más madrileño, Errejón “El desterrado”. Tenían que hacerse ver.

En este malvado juego de sillas y sillones, de quítate tú que me pongo yo, algunos hemos echado en falta un partido político como es el de Unidas Podemos. Pablo Iglesias no nos ha defraudado y cinco días después de la sacudida política en Murcia, anuncia su intención de renunciar a gobernar España para ser el candidato de su partido por Madrid. Argumenta que se siente en la obligación moral de evitar el gobierno de derechas y ultraderechas en la capital española y con ese fin sacrifica su posición en el gobierno de Sánchez. Tal vez sea verdad, o quién sabe si el actual revuelo político le hizo soñar a Pablo con Stalin y su famosa frase: “No importa quién vota, sino quién cuenta los votos”. Quizás no le era fácil trabajar cerca de su pareja, no es la primera vez, ni a la primera pareja a los que le ocurre. Posiblemente sea solo por celos mediáticos; el caso es que Iglesias también quiere protagonismo en este baile político-esperpéntico. ¿Será consciente de que, tal vez, pueda estar asistiendo a su entierro político? ¿O de verdad su capacidad de sacrificio es tan alta y altruista? De momento este “sacrificio” del podemita ha servido para que Isabel Ayuso reclame que se le reconozca, espero que no sea con una estatua a caballo, como la mujer que sacó a Iglesias de la Moncloa. Por otro lado, Ayuso también se ha visto obligada a cambiar su lema de campaña, ahora es: “O el comunismo o la libertad”, para regocijo del dirigente de Unidas Podemos.

Los temblores de lo acontecido en Murcia hoy, 16 de marzo, siguen sacudiendo el árbol de Ciudadanos y en la Comunidad Valenciana se ha dejado caer Toni Cantó, que ya ha renunciado a todos sus compromisos con Ciudadanos. Ya se cursan apuestas para ver el tiempo que tarda en abrazar al Partido Popular. Y no olvidemos que ahí también están los políticos catalanes esperando que esto escampe para que los medios de comunicación les hagan un “poquico de caso”, como dirían en Murcia. Ya ni siquiera las fanfarronadas de Rufián sirven para acaparar la atención mediática. Al tiempo que se suspende durante quince días la vacunación con astrazeneca... Y mientras Sánchez calla.

Y todo esto y más en apenas cinco días. ¡No me digan que no es difícil elaborar una opinión en los tiempos que corren!, para mí lo es y mucho. Y ya que estamos, ¿qué ha sido de las listas del Vacunagate, las causantes de este embrollo? ¿Ya son públicas?

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