La intensa vida sacerdotal e intelectual del doctor Cantó Rubio, fallecido ayer en Alicante, se puede resumir en dos aspiraciones: difundir la idea de Europa desde la escuela hasta los gobiernos y evangelizar a través del arte. 

Su fecha de nacimiento el 11 de noviembre de 1924 marcó su dedicación a la integración europea. Habían transcurrido solo seis años desde la firma del Armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial entre el Imperio Alemán y los países aliados. Aunque oficialmente el acuerdo firmado en la ciudad francesa de Compiègne no significaba la rendición germana, las condiciones impuestas al derrotado Reich fueron tan duras que el descontento y las dificultades económicas de la población alemana fueron el caldo de cultivo para el nacionalismo de Hitler. La invasión nazi de Polonia, en septiembre de 1939, desencadenó la Segunda Guerra Mundial, el holocausto judío y más de cincuenta millones de muertos hasta 1945. Solo la firma del Tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, en 1950 en París, entre la República Federal de Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo permitió iniciar el proceso de integración europea. Países enfrentados secularmente se comprometían a cooperar en dos sectores fundamentales para sus respectivas economías y la fabricación de armamento. En 2012, la Unión Europea, que había pasado de seis países a veintiocho, recibía el Premio Nobel de la Paz. 

Juan Cantó entendió desde el primer momento la necesidad de reconciliación y reconstrucción de Europa por medio del diálogo, la solidaridad y el respeto del Estado de Derecho de sus miembros. A partir de la adhesión española a las Comunidades Europeas en 1986, el Padre Cantó realizó una intensa campaña de difusión de la integración comunitaria en colegios e institutos, en colaboración con la Oficina del Parlamento Europeo en España. A finales de los noventa, el dos veces doctor puso en marcha el Fórum Europeo Diplomático con el apoyo del Ayuntamiento alicantino, presidido por Luis Díez Alperi. Don Juan se movía por las embajadas y las instituciones europeas como pez en el agua. Durante dos décadas, quinientos jóvenes de la carrera diplomática de los cinco continentes han pasado por Alicante para fomentar el entendimiento y la amistad entre las naciones.  

Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Valencia con la tesis “La secularización en la pintura de Giotto” y doctor en Teología por la Universidad Pontifica de Salamanca con la tesis “Opinión pública en Pío XII”, descubrió a través de estos trabajos de investigación académica dos de sus grandes vocaciones: explicar la historia a través del Arte, y el periodismo. Su amistad con el prestigioso pintor de Onil, Eusebio Sempere, le llevó a crear la Catedra de Arte Cinético y a colaborar con las colecciones artísticas de la Caja de Ahorros que, a través de su evolución, devino en la CAM. Su gran ilusión de los últimos años era que ingenieros y arquitectos crearan edificios y proyectos urbanísticos que transmitieran los valores de la Unión Europea: el respeto a la democracia, la cohesión económica y social y la transparencia. Juan Cantó estaba convencido de que la educación estética forma parte de la base de cualquier comunidad socio-política que aspire a funcionar con normalidad, como así reflejó en sus numerosos libros, entre ellos “Evangelizar con el Arte” o “La Europa del mañana.”

Otro medio de transmitir sus mensajes era a través de sus colaboraciones en el INFORMACIÓN de Alicante, la ciudad que le acogió desde 1952, y en el FARO DE MELILLA, donde nació. Creía en la función social, en la capacidad de formar y en el poder multiplicador del periodismo. Y a tratar de configurar una opinión pública instruida y madura contribuyó hasta los últimos años de su vida con sus certeros artículos.   Asimismo, hasta que la salud se lo permitió, el Padre Cantó celebró la misa de los domingos en el Monasterio de la Santa Faz. 

Dos días antes de fallecer, el sacerdote y profesor recibió uno de los homenajes más bonitos de su vida: un alumno de la Catedra de Arte Cinético, el pintor Antonio Ballesta le dedicó el catálogo de su última exposición en la Universidad de Alicante. Juan se ha marchado con muchos proyectos en la cabeza, pero contento y sereno, con el cariño de sus hermanos Pedro y Teresa, la que lo ha cuidado y ha sido “su ángel de la guarda.”