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Eduardo Jordá

Padre

La figura del padre tiene muy mala fama en nuestra sociedad, significa todo lo autoritario, todo lo cruel, todo lo egoísta que hay en el ser humano

Padre

Lou Reed odiaba a su padre. Cuando era adolescente y coqueteaba con las drogas y estaba sumido en la depresión, el padre lo sometió a varias sesiones de electroshock para ver si lo «curaba» de sus problemas. Eran los años 60 y el padre -que era un modesto contable de Brooklyn que se había pasado la vida matándose a trabajar- no sabía qué otra cosa podía hacer para ayudar a su hijo. Porque el padre creía que la única forma de ayudar a su hijo era someterlo a las sesiones de electroshock. El hijo, por supuesto, creía otra cosa y siempre acusó a su padre de haber sido un monstruo, un criminal. 

Pero al final de su vida, cuando Lou Reed sabía que le quedaba poco tiempo de vida, escribió una canción que se llama Junior Dad. Está en el último álbum que sacó, Lulu, grabado junto a los músicos de Metallica. Y esa canción, que es una de las mejores -si no la mejor- de toda la carrera de Lou Reed, está dedicada a su padre. «¿Me sacarás del agua si me ahogo?», le pregunta el sexagenario Lou Reed a su padre, que ya llevaba muchos años en la tumba. «¿Tirarás de mi pelo, me sacarás del agua/ cuando llegue la última ola?», pregunta Lou Reed. «¿Me besarás los labios?/ ¿Tirarás de mí, me sacarás del agua?» En la canción, por supuesto, no hay respuesta. El padre calla. El padre no puede decir nada. El padre está muerto. Pero cualquiera que haya oído esa canción -y créanme, vale la pena escucharla- sabrá cuál es la respuesta: el hijo habría dado cualquier cosa, lo que fuera, para conseguir que su padre (el monstruo, el criminal) lo cogiera del pelo y lo sacara del agua cuando llegase la última ola en esa isla de las almas perdidas.

De todos modos, la figura del padre tiene muy mala fama en nuestra sociedad. Tal como demuestra el caso de Lou Reed, el padre significa todo lo autoritario, todo lo cruel, todo lo egoísta que hay en el ser humano. Es el padre que impone sus ideas sin molestarse en averiguar si esas ideas convencen o no a su mujer y a sus hijos. O en sentido inverso, es el padre ausente, el padre que se olvida de su familia, el padre que un día sale de casa con una excusa idiota y ya no vuelve jamás a su hogar. O bien, si se queda, es el padre violento que maltrata a la mujer y que quizá también maltrata a sus hijos. Y siempre, siempre, es el padre egoísta que sólo piensa en su bienestar y que trata a su mujer como si fuera su criada y su esclava sexual. En resumidas cuentas, es el padre que simboliza lo peor del ser humano y lo más pernicioso de la sociedad patriarcal. El padre irresponsable, frívolo, casquivano, idiota. El padre autoritario. El padre que somete a electroshock a su hijo rarito. El padre incapaz de comprender a sus hijos. El padre que sólo es capaz de despertar el desprecio de todas las personas que lo han conocido. Cristina Fallarás lo resumió el Día del Padre en un tuit que se ha hecho famoso: «Aquí en casa de lo que sabemos es de padres que se van y no vuelven a preguntarse de qué comen sus hijos, cómo vivimos y bajo qué techo. Así que a la mierda el día del padre. Padre somos en casa mis hijos y yo. Muchas sabrán de qué hablo».

Y tanto que sí. Todo el mundo conoce docenas de historias de padres que un buen día desaparecieron y de los que nunca jamás se volvió a tener noticias. Si se juntaran todos esos padres ausentes en un mismo lugar, quizá ocuparían todo el espacio libre que hay en Australia. En Centroamérica, en Estados Unidos, en Europa, hay barrios enteros donde sólo habitan mujeres abandonadas, o que se niegan a convivir con un hombre por miedo a ser abandonadas o maltratadas. Los sociólogos hablan de los barrios de Guatemala o El Salvador donde las maras -las pandillas violentas- sustituyen a los padres ausentes en el corazón de esos niños abandonados a su suerte. Sí, vale, todo eso es cierto, pero ¿es mejor un mundo sin padres? ¿Es más rico, más respetuoso, más valioso, más interesante? Y yendo más allá, ¿son todos los padres así? ¿Son -somos- unos monstruos egoístas que sólo pensamos en nuestro bienestar? ¿Somos tiranos? ¿Somos unos seres despreciables? Y en un momento dado, ¿no soñamos todos con un padre que nos pueda sacar del agua, tirándonos del pelo, cuando llegue la última hora y nos vayamos acercando a la isla de las almas perdidas? El padre de Lou Reed -el monstruo, el criminal, el tirano- soñaba con ser un autor de éxito, pero se sacrificó trabajando como una bestia de carga en un empleo de contable que no le gustaba, y todo para que su familia tuviera un bienestar que él no había podido disfrutar cuando era niño. Claro que obligó a su hijo a someterse a varias sesiones de electroshock, claro que se comportó como un tirano porque no entendía a su hijo. Pero ¿no hubo nobleza en lo que hizo? ¿No hubo afecto y hasta generosidad? ¿No hay nada valioso en el gesto de sacrificar toda una vida para conseguir que tu familia viva mucho mejor de lo que tú pudiste vivir cuando eras niño? ¿Es eso ser un monstruo, un tirano?.

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