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Luis Prats

Sí, es miércoles Santo, esto es Santa Cruz

Los vecinos del barrio de Santa Cruz engalanaron los balcones ante las suspensión de los actos de Semana Santa en 2020.

Tenemos que adaptarnos a esta nueva vida, nos dicen nuestros próceres, nuestros sociólogos, nuestros psicólogos, nuestros políticos, hasta nuestros tertulianos. Pues va a ser que no, la vida sigue con monocorde sintonía, con esos espacios entre paréntesis como el actual, que nos impulsarán a retomar nuestra normalidad cuando toque, como en tantas otras ocasiones con menos avances tecnológicos, con mucha más diferencia social entre países sociedades y civilizaciones. Llega la Semana Santa, y nos resignamos, que no adaptamos, a celebrarla sin procesiones, sin el grandioso espectáculo de fe y devoción, de arte y admiración que inunda nuestras calles. Los muy católicos con recogimiento y oración, los menos con religiosidad y esperanza, los demás, y todos, con paciencia conformista que nada tiene que ver con claudicación, y con introspección analítica. Pronto volverán pasos, tronos y nazarenos a recorrer calles y plazas de nuestras ciudades. Este año como el pasado en atronador silencio que con nuestros recuerdos y vivencias nos portarán al pasado cercano y al futuro inmediato.

Si hoy es miércoles Santo, esto es Santa Cruz. Bajen o no los cofrades desde la Ermita hasta el centro de Alicante. Santa Cruz, barrio, gentes, níveas y floridas casas, dónde sí es miércoles Santo se respiran olores de cera ardiendo, de rosas, claveles, alhelíes, y lirios, de perfumes de manolas, de sudores de costaleros. Dónde se siguen escuchando los frufrús de vestas al rozar el suelo, de voces de mando de los hermanos mayores, de sus cruces de mando golpeando la calzada, de saetas improvisadas desde balcones engalanados con macetas policromadas, de rezos en suspiros, de oraciones compartidas, de ayes de temor por los tronos, de aflicción por el Cristo, de dolor por la Virgen, de huys de asombro. Sonidos que reverberan para la eternidad en los muros de sus casas ornamentadas para su procesión. Voces de grandes artistas como Meneses, Carmen Linares o José de la Tomasa que ofrendaron sus gargantas a las imágenes de los tronos santacrucinos a través de ese palo flamenco que son las saetas, oraciones en cantares que todavía atronan en sus vericuetas calles.

En Alicante, si es miércoles Santo, siempre será Santa Cruz. Con pandemia o sin ella, con virus o sin él, con mascarilla y sin ella, con procesión o sin ella, con gente sembrando sus calles con su presencia o en soledad acompañada desde miles de corazones desbordados por la magnificencia de una hermandad que en luto acompaña al que al morir se prepara para resucitar. Santa Cruz barrio singular, único en su esencia, obstinado en su idiosincrasia, receptivo de foráneos. Santacrucinos que viven con ilusión renovada año tras año el serpenteante descenso por sus callejuelas, bailando los pasos a son de las bandas que elevan sus marchas hacia lo más alto, sinfonías de dolor y esperanza, llevando en hombros al Cautivo, al Gitano, a Nuestra Señora de los Dolores, al trono del Descendimiento que desfilan por la plaza del Carmen, las calles Cienfuegos, Santos Médicos, Alfonso el Sabio, Rambla, Mayor, Abad Penalva, que este año como el anterior estarán atestadas de alicantinos en espíritu, conmemorando con la Hermandad esos setenta y cinco años de existencia. Aniversario que alcanza la edad provecta que refleja el buen trabajo de sus cofrades.

Si hoy es miércoles Santo, es Santa Cruz, gracias a tantos y tantos que han dedicado sus esfuerzos generosos con el Barrio por excelencia de la terreta. Si hoy es miércoles Santo, esto es Santa Cruz, gracias a la familia Riquelme, en especial a esos dos hermanos Saoro y Ramón, cuyos vástagos siguen la tradición y trabajan junto a los vecinos, cofrades, nazarenos, costaleros y fieles, para que esta procesión orgullo de Alicante siga viva, siga siendo la ofrenda de toda una ciudad a su fe, a su cultura. Santa Cruz siempre en nuestros corazones, siempre en nuestro recuerdo.

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