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Fernando Ull

EL OJO CRÍTICO

Fernando Ull Barbat

La paradoja liberal

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Qué extraño y demoledor resulta el hecho de que la sociedad española se haya acostumbrado a doscientos cincuenta muertos diarios por covid-19, número que ha sido en el último año en numerosas ocasiones cercano a los mil, sin que haya habido un debate moral acerca de si es posible evitar o no todas esas vidas que se pierden cada día. Es evidente que los españoles hemos situado en un nivel superior y con una importancia mayor la necesidad de salir por la noche o de relacionarse unos con otros antes que la vida humana. Se ha hecho la comparación de que como consecuencia de la pandemia mueren a diario las mismas personas que si se estrellase un avión todos los días. Hay días que se estrellan dos, añado yo.

El dilema sigue estando en decidir hasta que, punto hay que relajar las medidas de semi confinamiento que afectan a la regulación de los horarios de bares y restaurantes si al hacerlo suben el número de personas infectadas por este virus y con toda seguridad el número de fallecidos. A la vista de lo difícil que ha sido para las autoridades de cada comunidad autónoma hacer cumplir las medidas derivadas del estado de alarma, así como las recomendaciones sanitarias, parece evidente que los españoles se han inclinado por tratar de llevar una vida lo más parecida a la que tenían antes del inicio de la pandemia sin importarles que de su comportamiento miles de personas pierdan la vida.

Como claro ejemplo tenemos a la Comunidad de Madrid. Más allá de la actitud de su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, cercana al negacionismo, y su política de mirar para otro lado, la principal responsabilidad es y ha sido de los ciudadanos de Madrid. Llegó a decir Ayuso, meses atrás, cuando la pandemia mataba a casi mil personas al día, que también morían muchas personas por accidentes de tráfico y no por ello se prohibían los coches. Frente a afirmaciones como estas, los madrileños y madrileñas deberían haber reaccionado con firmeza, donde y como fuera, exigiendo de Ayuso un comportamiento responsable acorde con las dificultades que ha planteado esta pandemia. La paradoja liberal que se ha demostrado es que aunque han sido los poderes públicos, y sobre todo la Administración del Estado, los que han tratado de paliar el desastre económico que ha supuesto la aparición del virus covid-19, los ultraliberales que durante años han denostado la existencia de un poder público que se nutre de nuestros impuestos para llevar a cabo una actividad que afecte y beneficie al mayor número de personas, ven ahora que si no hubiera sido por las ayudas públicas para autónomos, ERTES y créditos ICO, el panorama económico y la posibilidad de una recuperación rápida se enfrentarían a un futuro sombrío.

Por increíble que parezca, el Partido Popular ha prometido bajar los impuestos en caso de ganar las elecciones en Madrid. Al mismo tiempo que realiza esta falsa promesa, que en realidad esconde una bajada de impuestos para los que tienen un mayor poder adquisitivo, debería aclarar que esa supuesta bajada significaría detraer recursos económicos de la sanidad pública, de las ayudas sociales y de cualquier posibilidad de apoyo económico al tejido empresarial de Madrid. A cambio de eso se concede una cierta libertad a bares y restaurantes de Madrid. Es decir, para tener a sus dueños callados y contentos mientras los ERTES de los trabajadores de esos mismos bares y restaurantes los paga la Administración Pública, los ultraliberales la quieren vaciar de contenido, recursos y competencias en aras de “la libertad”. Lo que tal vez no sepan los que defienden las temerarias, por llamarlas de alguna manera, ideas del PP de Madrid, es que vaciar de contenido y recursos a las administraciones públicas supone poner en riesgo sus vidas como hemos visto con el inasumible número de muertos víctimas de la pandemia en las residencias de ancianos de Madrid o que la comunidad madrileña haya liderado casi todas las semanas el número de muertos y contagiados por covid-19 de toda España.

El pasado miércoles, Díaz Ayuso, en la presentación de los miembros de su lista electoral, dijo que los madrileños estaban hartos de que les dijeran que no podían ir a su segunda residencia como consecuencia de la pandemia. Me niego a pensar que las personas de buena fe que votan al Partido Popular compartan semejante argumento negacionista que entronca de manera directa con lo peor del trumpismo.

Cabe reflexionar sobre si la sociedad entiende y asume que el comportamiento que han tenido la gran mayoría de los españoles durante esta pandemia, que en pocos meses estará controlada gracias a las vacunas puestas en duda por los negacionistas y antivacunas, ha tenido como consecuencia un mayor número de muertos del que hubiese ocurrido en caso de que todos y todas, hubiéramos seguido de manera estricta, las pautas establecidas por las autoridades sanitarias.

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