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Vicente Magro Servet

Las procesiones de Semana Santa volverán

Procesión de la Santa Cruz de Alicante en 2019 Jose Navarro

La pandemia ha causado estragos en muchos aspectos de nuestra vida, y aparte de las enfermedades, secuelas y fallecimientos que nos ha dejado este maldito coronavirus se ha cargado la actividad de muchos comercios y negocios, y muchos ciudadanos se han tenido que ir al ERTE durante mucho tiempo con repercusiones económicas y fiscales. Además, el virus ha creado un clima de ansiedad, zozobra e inquietud en el futuro personal y económico de todos los ciudadanos, así como en el carácter de las personas que ha cambiado. Pero, sobre todo, se ha cargado todas nuestras tradiciones desde el pasado 15 de marzo, al punto que ya van dos años sin que podamos celebrar ni las procesiones de Semana Santa, la romería a la Santa Faz, ni las hogueras de Alicante, tradiciones importantes en el devenir de los alicantinos.

Sin embargo, la supresión de estas celebraciones es algo consustancial al esfuerzo que es preciso realizar para combatir esta pandemia que ha experimentado unos niveles altísimos de contagio por las nuevas cepas que se han producido, y que multiplican el porcentaje de riesgo de contagio mucho más que el coronavirus inicial que vino de China. Es, por ello, momento en la actualidad de sacrificios, de suprimir y suspender todo lo que se refiere a eventos donde puedan comparecer muchas personas para evitar los contagios, ya que todo lo que sea presencial y con multitud de personas congregadas es una invitación al virus para que cause sus efectos más letales, con lo que es mejor suspender celebraciones y eventos, y esperar a que este problema se solucione, evitando riesgos innecesarios que pueden provocar contagios y pérdida de vidas humanas.

Llegará un momento en que todo esto se solucione, porque hay que confiar en la ciencia y los científicos y tener la seguridad de que volverán las procesiones de Semana Santa a nuestras vidas, así como la celebración de nuestras tradicionales hogueras de San Juan y la normalidad se recuperará. Pero aunque pensábamos que, alzado el estado de alarma en junio del 2020, iba a depararnos la nueva normalidad, se está evidenciando que esta normalidad se está retrasando, y se debe retrasar más hasta que el virus no haya sido vencido por los efectos de la solidaridad de los ciudadanos al cumplir las restricciones que manda la Administración, y no realizar los graves incumplimientos que se están viendo en muchas localidades, poniendo en peligro de nuevo todos los avances y los esfuerzos personales y colectivos que se han venido haciendo.

Recuperaremos nuestras tradiciones y todo volverá a ser como antes. Pero para ello es preciso el sacrificio de nuestras tradiciones, de los eventos y las celebraciones y congresos con multitud de personas, para evitar que en lugar de dar pasos hacia adelante, los damos hacia atrás, como muchos están dando. Porque esto último lo haremos cuando sigamos convocando a personas de forma presencial y celebrando eventos, ya que esto es preciso sacrificarlo para sumar en la lucha contra el coronavirus, en lugar de restar en el esfuerzo colectivo que todos debemos hacer

Ahora mismo, todo lo que sea seguir actuando pensando que estamos como antes del 15 de marzo supone paralizar los avances que se están realizando en la actualidad, y retrasar más la solución del problema. Si hay que hacer esfuerzos los tenemos que hacer todos y no mirar hacia otro lado cuando nos interesa. Sobre todo, cuando las autoridades están recomendando prudencia, sacrificio y esfuerzo colectivo, posponiendo los congresos y las celebraciones para cuando todo esté definitivamente resuelto.

No tiene ningún sentido apelar a nuestras tradiciones y a nuestros deseos de hacer celebraciones, congresos y eventos, para exponernos a que la propagación de la cepa británica haga todo su recorrido y tengamos que realizar mayores esfuerzos personales y económicos para que esta pesadilla termine.

No olvidemos que mientras seguimos haciendo estas reuniones presenciales de muchas personas, hay profesionales que son los más afectados, como los del sector del turismo, la hostelería y la restauración, que han sido los que más han tenido que soportar el golpe de la pandemia en su economía, así como el grandísimo esfuerzo de los sanitarios, y solamente por ellos deberíamos pensar en sacrificarnos todos muchísimo más retrasando celebraciones y tradiciones. La realidad actual de la pandemia exige un sacrificio colectivo, y no solamente de algunos de los ciudadanos, sino de todos, porque si hay insolidaridad, estos seguirán retrasando la solución del problema y la recuperación de nuestras tradiciones

Los pasos de Semana Santa volverán a discurrir por las calles de nuestra provincia y volveremos a esa normalidad tan anhelada por todos, pero ahora es momento de sacrificios y de esfuerzo colectivo, y no de personalismos y actuaciones unilaterales insolidarias.

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