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Xavier Carmaniu Mainadé

Suez, un talón de Aquiles del mundo global

Los remolcadores logran desencallar el carguero que bloqueaba el Canal de Suez

Los remolcadores logran desencallar el carguero que bloqueaba el Canal de Suez Agencia ATLAS / EP

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Los remolcadores logran desencallar el carguero que bloqueaba el Canal de Suez Xavier Carmaniu Mainadé

El comercio internacional ha tenido el corazón en un puño hasta que se ha conseguido desatascar el Ever Given del Canal de Suez, una infraestructura marítima vital para el tráfico de mercancías porque ahorra la circunnavegación de África.

Los faraones del antiguo Egipto ya ensayaron hacer canales navegables por esa zona pero no fue hasta la década de 1860 que Lesseps, en colaboración con las autoridades locales, lo consiguió: un corredor de 192 kilómetros para unir los mares Rojo y Mediterráneo, que, en su punto más estrecho, apenas llega a los 300 metros de anchura. Poco espacio para los barcos actuales, tal y como hemos descubierto estos días.

Las vicisitudes del Canal ayudan a entender la transformación de la política internacional desde que fue construido. Nació en el contexto de la carrera colonialista y por eso, a pesar de diseñarse en París, terminó controlado por Londres cuando en 1875 los británicos compraron al gobernador de Egipto sus acciones de la Compañía del Canal.

La situación se mantuvo estable hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los grandes imperios ya eran historia y las antiguas colonias se emancipaban, por mucho que las metrópolis no quisieran admitirlo. Lo que pasó en 1956 fue una bofetada de realidad para los británicos. Egipto quería construir la presa de Asuán y cuando Londres y Washington no quisieron ayudar a financiar la obra, el presidente Nasser nacionalizó la gestión del Canal para destinar sus ingresos a sufragar Asuán. Los grandes accionistas, es decir, Francia y el Reino Unido, pusieron el grito en el cielo y elaboraron una estrategia en connivencia con Israel para recuperar el control de la infraestructura.

El primer movimiento lo hizo el estado judío invadiendo la península del Sinaí. Esto, obviamente, generó la respuesta de Egipto. Acto seguido los europeos advirtieron a los dos contendientes que había que detener las hostilidades y enviaron tropas para proteger el canal en pro del comercio internacional. El problema era que no habían comunicado el plan a EEUU y el presidente Eisenhower presionó para que se hicieran atrás. Así, Egipto se quedó con la gestión del Canal y los europeos volvieron a casa con el rabo entre las piernas. Además, a partir de ese momento, Londres comenzó a acercarse a Washington mientras que París se distanciaba.

Aquello sólo era el prólogo de lo que pasaría once años más tarde. En junio de 1967, después de una escalada de tensión, Egipto movilizó tropas cerca de la frontera israelí mientras iniciaba una alianza con Siria y Jordania. Tel Aviv no se quedó de brazos cruzados y el 5 de junio bombardeó y eliminó las fuerzas aéreas egipcia y siria. En aquel mismo momento, quince barcos de diferentes nacionalidades navegaban por el Canal. Uno de ellos, con bandera de EEUU, fue destruido por Israel. El resto quedaron atrapados porque Nasser ordenó bloquear Suez, hundiendo naves a los dos extremos de la infraestructura y llenándola de explosivos para evitar que los enemigos la ocuparan.

El conflicto terminó el 10 de junio y ha pasado a la historia como la Guerra de los Seis Días. Lo que no es tan conocido es que el Canal de Suez no se reabrió al tráfico hasta el 1975. Ninguna de las facciones quería ceder. Los primeros afectados fueron los marineros de las tripulaciones de los buques atrapados. Las negociaciones diplomáticas para sacarlos de allí duraron meses. Además, como las naves requerían mantenimiento, las navieras tuvieron que ir enviando efectivos constantemente.

La situación no se resolvió hasta la Guerra del Yom Kippur de 1973, cuando egipcios y sirios atacaron Israel. La reapertura de Suez fue uno de los temas de las negociaciones posteriores, sin embargo, no se pudo hacer efectiva hasta el 1975. Además, surgió un pequeño problema. Como el cierre había obligado a bordear todo el continente, para ahorrar dinero, las empresas comenzaron a utilizar naves mayores. Demasiado grandes para las dimensiones del canal, obligando a Egipto a adaptar la infraestructura a los nuevos tiempos. Es probable que la experiencia de estos días haga que tengan que seguir ampliando el espacio de paso. Un mundo global hiperconectado no puede permitirse el lujo de quedar paralizado solo por un barco.

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