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Francisco Esquivel

Hay que descubrirse

Su rotundidad debió influir en el presi de la Asociación Española de Vacunología quien mandó a la Agencia Europea del Medicamento el reclamo de que tenía que ser «clara, contundente y creíble sobre AstraZeneca»

Un punto de vacunación con Astrazeneca

Mortificado por los fantasmas, desde la Sociedad de Inmunología del entorno se señalaba en la fecha de mi cita que «no vendría mal separar los grupos a vacunar con AstraZeneca del riesgo de trombosis». Pero los llamados o se la ponían o no se contemplaba alternativa alguna. Bien, en las siguientes horas volvió a registrarse un giro copernicano con balanceo de edades en función del país y, aunque a día de hoy lo previsto en la franja a la que pertenezco es pinchar la misma, no se descarta que sea otra o quién sabe si ninguna. Llamé a mi tío y me animó bajo el siguiente razonamiento: «De algo hay que morir».

  Su rotundidad debió influir en el presi de la Asociación Española de Vacunología quien mandó a la Agencia Europea del Medicamento el reclamo de que tenía que ser «clara, contundente y creíble sobre AstraZeneca». Forzada a reunirse, la susodicha emitió un comunicado por el que seguía recomendándola «pese a detectar una relación entre la vacuna y los trombos». Eso es: clara, contundente, creíble. Tienen razón quienes aluden a que, para ingerirlo, también es mejor no leerse el prospecto del medicamento. La diferencia estriba en que la pretendida inmunidad de rebaño de lo único que no requiere es de una campaña informativa de desconcierto que desemboque en temores por un tubo y aquí la vieja Europa –además de esto, el oscurantismo de los contratos con las farmacéuticas, los retrasos y la feria de compras que se avecina– viene luciéndose ante criaturas que llevan peleando un año –en soledad en no pocos casos– contra la deformación reinante y que no pueden ni disfrutar plenamente de la llegada del pinchazo redentor. Una forma loable de gestionar una situación de esta envergadura.

  En mi caso tiré de cardiólogo, quien me dijo que no podía ocultarme que la de Oxford estaba dando más reacción; del de cabecera que me adoctrinó dado que se ha puesto más vacunas que aceite en el pan y, el resto, no se mojó. De repetir con la segunda estoy por recurrir al urólogo incluso. Ya me contarán, como para fiarse.

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