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Vicente Vera Esteve

Robert Mundell (1932 – 2021): calzado, aranceles y next generation

Una imagen de Robert Mundell.

A comienzos del mes de abril recibimos la triste noticia del fallecimiento del economista canadiense Robert Mundell, Premio Nobel de Economía en el año 1999 por sus análisis fundamentales para el conocimiento de las economías capitalistas desde la perspectiva de la política monetaria y fiscal bajo diferentes regímenes de tipos de cambio y sus análisis de las áreas monetarias optimas. Ha sido un gran estudioso y especialista en la difusión de las teorías del comercio internacional a lo largo de la historia económica tanto desde el aspecto académico como asesor económico de diferentes países. Siempre tratando de orientar a los responsables de la política económica en cuanto a los vaivenes y fluctuaciones del ciclo económico, déficit de balanza de pagos, tipos de interés y tipos de cambio en la regulación de las relaciones comerciales entre países o áreas económicas. Finalmente será siempre recordado por su aportación a la investigación de las zonas monetarias óptimas siendo un precursor la apuesta por la introducción del euro, es considerado como el padre del euro. Desde el ámbito académico su aportación a la teoría económica por el modelo Mundell-Fleming por el que sabemos cómo responde una economía abierta ante diversas situaciones de la actividad económica de un país, tipos de interés y tipos de cambio ante escenarios macroeconómicos complejos. Todo ministro de Economía que se precie ha de conocer las herramientas y metodología económica de este gran estudioso y pensador de ciencia económica.

A veces el destino es caprichoso y nos ha dejado caer una noticia, casi simultáneamente al fallecimiento de Robert Mundell, que ha supuesto un jarro de agua fría en el sector calzado fabricado en España. Se trata de un giro radical en la política comercial del recién llegado presidente norteamericano, Joe Biden. Desde la Oficina del Representante Comercial de EE.UU. se ha propuesto una medida contraria a las expectativas de política económica que esperábamos desde Europa, nada menos que la imposición de un arancel para los zapatos españoles de un 25%, que sumado al ya existente del 10% nos llevaría a un coste arancelario total del 35 %. Esta decisión todavía en proceso de negociación entre los diferentes lobbies de ambos países y desde Bruselas nos hace pensar que la Comisión Europea tendrá que articular una inteligente y sutil estrategia diplomática que anule esta incomprensible decisión de gravar los zapatos españoles. Es obvio que si no se produjera una vuelta atrás significaría un mazazo irreversible para las empresas manufactureras y prácticamente todo el tejido empresarial que aglutina el sector calzado nacional. El dato actualizado respecto a las exportaciones de calzado a EEUU durante el año 2020 supuso un 7% del total de exportaciones, alrededor de 3,5 millones de pares. Y todo esto por qué?

Al principio cualquier lector avezado se podría preguntar si todo obedece a un desaire de la administración americana motivado por un error diplomático grave o bien a algún problema en la adaptación de la política comercial de la Administración Biden. En otro contexto económico y/o político cabría pensar que, siguiendo las lecciones que nos han explicado siempre sobre el comercio internacional y las ventajas comparativas de los países, podría pensarse que hemos dejado de ser competitivos. Y aquí el Doctor Mundell habría tenido mucho que decir. EEUU no está especializado en fabricación de calzado desde hace ya muchos años, la industria más cercana que tienen se encuentra en México, cruzando Rio Grande. O incluso volver a China. En cuanto a los precios no hemos dejado de ser competitivos, pues hasta ayer mismo estábamos exportando a este gran mercado de consumo.

Naturalmente que todos estos argumentos falaces no nos sirven para desentrañar la realidad. Todo obedece a una guerra comercial (servicios) y fiscal entre la Unión Europea y los EEUU. Un conflicto que estriba en los gravámenes que desde Europa se ha aplicado a las grandes empresas tecnológicas americanas (Tasa Google y otras empresas audiovisuales). Ahí está el meollo de la cuestión. Ya lo advirtió el republicano, defenestrado por ahora, Donald Trump. Es de esperar que esta medida no signifique el comienzo de una vuelta al neoproteccionismo más rancio. Confiamos en una fina gestión negociadora tanto de FICE como de AVECAL, apoyadas logísticamente por la Confederación Europea de la Industria de Calzado (CEC) desde Bruselas.

Así están las cosas y debemos de ser muy cautos y esperar a que las negociaciones conduzcan a un restablecimiento de la normalidad y poder respirar después de este impacto emocional por inesperado. En cualquier caso nuestro sector calzado está experimentado en luchar de manera denodada desde tiempos inmemoriales, además está integrado por un gran número de empresarios fajadores que siempre se han batido el cobre en todos los avatares que se han ido presentando cíclicamente.

En cualquier caso, y ahora más que nunca, se hace necesario aunar esfuerzos y confiar en los fondos europeos - si no se tuercen las cosas- implementados en los planes de Reconstrucción y Resiliencia denominados Next Generation EU. Se está negociando actualmente y desde una plataforma integrada por determinadas asociaciones empresariales, agentes sociales, Universidad de Alicante y Ayuntamientos de Elda y Petrer, la presentación de un proyecto de transformación industrial del sector calzado e industria auxiliar en Elda y Petrer que permita a medio plazo la recepción de fondos para apoyar a la industria y los servicios, respetando las exigencias de la Comisión Europea en dos aspectos fundamentales, transición ecológica y la transición digital.

Estamos asistiendo a una realidad económica palpable por todos, siendo cada día más difícil gestionarla sin los apoyos reivindicados en alguna ocasión; la pandemia lo ha trastocado todo, incluso un notable retroceso en la globalización. Nuestros esquemas preCovid se han quedado obsoletos. Se han ido desmoronando casi todas las premisas que sostenían una industria, muy pronto habrá que iniciar un proceso de reconstrucción industrial y comercial. Disponemos de empresas, de trabajadores y de ilusiones suficientes para levantar la industria. Y no olvidemos que el tren de Bruselas solo pasa una vez, será difícil que vuelva a tener parada en nuestra comarca. Que no nos pase como narró nuestro añorado Berlanga, ¿Se acuerdan?

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