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José Manuel Ponte

Los reportajes de Portillo

Michael Portillo

Los que preferimos el tren como medio de transporte, hemos agradecido especialmente los reportajes para la televisión de Michael Portillo sobre rutas ferroviarias por todo el mundo; empezando, como es lógico por las de Inglaterra, país donde desarrolló una brillante carrera como político y como periodista. Como político fue, durante años, una figura destacada del partido Conservador con el que ocupó varios altos cargos incluidos los ministerios de Empleo y Defensa (Margaret Thatcher quiso elogiarlo en público al decir: “Esperamos grandes cosas de ti, no nos decepciones”). Más cerca en el tiempo apoyó el Brexit, aunque no dejó de señalar que la convocatoria de un referéndum no encaja con el sistema parlamentario que rige en Inglaterra. Y como periodista, produjo, dirigió e interpretó una serie de documentales y debates de gran éxito gracias al talante liberal y bienhumorado con que los animaba. Entre ellos, estos que comento sobre rutas ferroviarias por todo el mundo que nos permiten valorar lo que representaron el tren y las máquinas de tracción a vapor en el revolucionario impulso industrial de los siglos XIX y XX. La llegada del ferrocarril a algún lugar distante de la metrópolis era interpretada, y todavía lo sigue siendo, como síntoma inequívoco de progreso (recuérdese aquí la pelea de algunas ciudades españolas por figurar en el itinerario del AVE y en sentido contrario el sentimiento de frustración y de tristeza de aquellas otras a las que se retiró el servicio). Los reportajes de Portillo recogen esos planteamientos, pero también entran en el devenir histórico, en la cita artística, y hasta en la peculiaridad gastronómica de la comarca por donde transita el tren. Y todo ello reflejado con esa sensación de cercanía que es signo de distinción de los buenos comunicadores. Hubo un tiempo en que la puntualidad en la llegada, o salida, de algunos trenes era considerado como prueba irrefutable de la civilidad de una nación. En ese sentido, Inglaterra era famosa por la exactitud con que se cumplían los horarios y España por todo lo contrario. Según un futbolista amigo mío, el principal beneficiario de la estructura radial de la red ferroviaria española fue el Real Madrid. El equipo de Concha Espina cogía el tren los viernes a la hora de la cena, viajaba sin demasiada prisa en el coche cama hacia la ciudad donde habría de jugar el sábado por la noche, o el domingo a primera hora de la tarde, y volvía de regreso a casa por el mismo procedimiento. En aquellos años de los viajes agotadores en autobús, viajar en el coche-cama de la Agones Lis Coa era casi un lujo asiático y desde luego una ventaja apreciable a la hora de competir con más descanso acumulado. En cualquier caso, sea o no maliciosa la teoría, los reportajes de Portillo, que gusta de vestir con colores detonantes (chaqueta roja y pantalones verdes, o chaqueta azul pálido y pantalones amarillos...) son una reconfortante excepción en medio de la avalancha de horteradas, asesinatos, y sadismos que nos sirven la mayoría de las televisiones. Por cierto, también es de hacer notar que Portillo goza de la nacionalidad española y reside cerca de Sevilla. Su padre fue un dirigente republicano que hubo de marchar al exilio tras la victoria de Franco. No me imagino a ningún político español actual haciendo reportajes parecidos. Siempre tan recelosos, siempre tan huraños.  

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