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Carlos Mazón Guixot

El homenaje merecido

Antonio Fernández Valenzuela

Quién le iba a decir a aquel niño desvalido del Hogar Provincial Jose Antonio, en plena dictadura, que acabaría siendo presidente democrático de esa misma Diputación.

Por el camino, su primer trabajo, en la imprenta provincial de la Dipu. Allí aprendió un oficio que ya le acompañaría toda su vida.

Aunque para oficio, la política. Así lo llamaba él: «Carlitos, la política es un oficio, apréndelo bien», me decía.

Se afilió al partido socialista, ya viviendo en el barrio de la Florida y felizmente casado con Mili, su arma secreta, su corazón eterno.

Concejal en el Ayuntamiento de Alicante, ciudad de la que ya jamás sería alcalde (no sé quién se lo merecía más, si él o la ciudad), y finalmente, presidente de la Diputación Provincial.

En uno de sus primeros plenos, fue él personalmente quien llevó, en octubre de 1983 una moción.

El Hogar Provincial Jose Antonio, que recogía a niños sin hogar, a personas mayores necesitadas de toda la provincia y a jóvenes estudiantes (labor que aún hoy me enorgullece continuar), debía dejar de llamarse «Jose Antonio», pero no sólo por razones democráticas, sino porque no debía tener ningún nombre.

El niño que había sido del Hogar, pensaba que el nombre de «Hogar Provincial» era más que suficiente y ningún nombre propio debía «mancharlo». Y yo coincido con Antonio. Ninguna persona es merecedora de incorporar su nombre propio al Hogar Provincial.

Ninguna, salvo que haya sido niño del Hogar, claro está. Ninguna salvo que haya contribuido de manera decisiva a su modernización, ampliación y labor.

Ninguno, salvo Antonio Fernández Valenzuela.

Tengo el honor de anunciarles a todos ustedes que en el próximo pleno provincial comunicaré mi intención de revolver y enfadar a Antonio allá donde esté. Incumpliré su propia voluntad de 1983 y propondré que el Hogar Provincial sea llamado Hogar Provincial Antonio Fernández Valenzuela.

Y quiero agradecer a algunos miembros de las juntas de distrito 1,2 y 3 la campaña anónima y desinteresada de recogidas de firmas para esta iniciativa que me han hecho llegar para este merecido fin.

El Hogar, seguirá dando cobijo a nuestros niños y mayores que más lo necesitan, pero estoy seguro que Antonio, Rosa y Rafa, los hijos de Antonio, y también hermanos míos, cada día que pasen por la puerta pensarán en esos mayores y niños, verán el nombre de su padre y pensarán como yo pienso: ¡Ahora sí que están bien cuidados!

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