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Tribuna

Mar Galindo

El matador

El lucentino Txemi Urtasun realiza una bandeja. RAFA ARJONES

La gloria está reservada para unos pocos. Salir por la puerta grande no está al alcance de cualquiera. Afrontar una faena con valentía, acertar con cada estocada, poner en pie al graderío para aplaudir tu diestra es el sueño de muchos y el premio para los elegidos. A Txemi Urtasun no hay que contárselo. Acostumbrado a torear en plazas de toda España, desde la Maestranza hasta la Misericordia, desde Las Ventas hasta Ronda, su fino y elegante buen hacer con el estoque le valieron una gran ovación el viernes pasado en la arena del Pedro Ferrándiz contra Destino Palencia. Qué verónicas, qué chicuelinas. Qué manera de enfrentarse a todo un miura de la LEB Oro. Eso sí que eran buenos pases y no los de Manolete. Qué arte para fabricar tiros imposibles, para echar un capote a los compañeros. Para estar al quite con los bloqueos.

La temporada nos ha dado alguna que otra cornada y ha sacado del ruedo a grandes espadas como Pedro Llompart o Edu Martínez, pero el diestro navarro ha sabido salvar cada corrida con movimientos vistosos, arriesgando al máximo y enardeciendo al respetable, que cantaba con olés cada una de sus canastas y no dejó de aplaudir desde el paseíllo inicial. Mañana nos espera una ganadería complicada, de esas que nos han dejado heridas que aún supuran. El astado pucelano, con divisa morada, despliega un juego bravío, pero las últimas victorias del HLA Alicante, que han cargado de moral a la cuadrilla, hacen prever que los nuestros saldrán a portagayola para el tercio de varas.

Escoltado por consumados novilleros como Chumi Ortega o Noah Allen, el gran rejoneador extremeño Álex Galán y el picador bilbaíno Jorge Bilbao, Txemi Urtasun viste el traje de luces como nadie para lidiar con cada embestida del Clínica Sur-Aspasia RVB. Con esos pases de pecho, esas manoletinas, no desaprovechará sus minutos en el coso para dar estocadas mortales a la fiera, como su compañero Justin Pitts, el niño de Texas, banderillero sin igual. Desde el burladero, Rivero y los Albertos, sus mozos de espadas, no perderán ojo de la faena en cada uno de los tercios para asegurarse de que los cuarenta minutos que dura el festejo concluyen con el tendido en pie, pañuelo en mano, pidiendo las dos orejas y el rabo para la cuadrilla lucentina. Si en la lidia es fundamental parar, templar y mandar, en la suerte del baloncesto parar al rival, templar el partido y mandar bajo el aro no lo son menos. Y Txemi Urtasun, obligado a asumir una mayor responsabilidad en el ruedo debido a la baja del capitán, se pone el mundo por montera y nos brinda un auténtico espectáculo de lucha, acierto y elegancia torera sobre el parqué. Esperemos que tarde mucho en cortarse la coleta y que, cuando lo haga, no pase mucho tiempo hasta que tome la alternativa como entrenador. No se extrañen si en el próximo partido suena un pasodoble cuando entre en pista. Si sigue jugando a ese nivel, cualquier día lo vemos salir a hombros del Centro de Tecnificación.

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