Fue un deslumbramiento. Mutuo.

Corría 2006 y yo andaba enfrascada en la dirección de "Elche con encanto", que iba a editar El País-Aguilar, con el patrocinio del Ayuntamiento de Elche.

La base del equipo (como, para mi fortuna, lo había sido antes y lo sería después) era mi amigo Gaspar Maciá, autor del texto.

Pronto llegó el descubrimiento: las magníficas fotografías de Beatriz Navarro, a la que, a partir de ese momento, incorporé con bien a todos mis proyectos ilicitanos.

¡Y más que hubiéramos tenido!

Nos llevábamos estupendamente. Y nos encantaba trabajar juntas.

En el fondo, un amplio bagaje de amistad, cariño, respeto y admiración. 

Beatriz Navarro era capaz de protagonizar, con absoluta solvencia, un libro de autoría fotográfica, como "Elche, siglo XXI", de 2009, con textos de Vicente Verdú y míos y de aportar las más concretas e inverosímiles fotografías a la "Guía de Elche", editada por Visitelche en 2013, con textos de Gaspar Maciá.

Lo tenía todo. Si no lo tenía, lo hacía. Y, si lo tenía y no le convencía, lo volvía a hacer.

La humildad, la calma, el amor y la profesionalidad, personificados.

Recuerdo las larguísimas sesiones de trabajo en su campo familiar, delante de la pantalla del ordenador, de donde emergía belleza tras belleza. Era difícil elegir.

Y recuerdo los espectaculares arroces que preparaba su madre, Pilar Cánovas, que me tenía adoptada. Yo, feliz. Y agradecida.

Siempre me han impresionado la tenacidad y la mirada propia de Bea.

Tenía muchos proyectos, en los que yo me dejaba implicar encantada de la vida.

Uno de ellos, largamente acariciado, era sobre su amado Camp d'Elx: todas sus tareas agrícolas, todos sus cultivos, todos sus habitantes, todos sus paisajes, todas sus luces y estaciones del año.

Soñábamos con una exposición, "El Campo viene a la ciudad", que por desgracia nunca se hizo.

El otro gran proyecto era "Elche, en femenino", una espectacular serie de retratos, a los que yo debía aportar una semblanza de cada una de esas valiosas mujeres.

Elaborado por Beatriz durante años, durmió el sueño de los justos de algún proceloso cajón municipal. Nunca obtuvimos respuesta a nuestra propuesta. 

Después, la enfermedad se cruzó en mi camino.

De todas formas, seguíamos soñando con volver a trabajar juntas.

El 19 de abril de 2019, Bea me decía: "Me he comprado una cámara de fotos, a ver si me animo y empiezo hacer algo especial con ella 🦋".

¿Más especial aún?

Reafirmamos nuestro deseo el 28 de noviembre de ese mismo año, cuando nos reencontramos en el acto de "Ilicitanos en la Onda", de Onda Cero.

 

Luego llegó la llamada telefónica de su hermana Pilar, mi mensaje de audio a Bea y el desgarrador WhatsApp de madrugada.

Promesas de amor y reencuentro, en lo más hondo cumplidas.