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F. J. Bernabé

Un tiempo precioso

Imagen del inicio de la la vacunación masiva en el CMO de Torrevieja

El Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas estudian ahora cambiar sustancialmente la estrategia de vacunación y retrasar la administración de la segunda dosis de Pfizer y Moderna, que hasta ahora se inoculaba a los 21 y 28 días de la primera, respectivamente. Aunque más vale tarde que nunca, lo cierto y verdad es que se ha perdido un tiempo precioso. Hace ya dos meses que nuestros expertos ya apuntaban a esta medida como necesaria ante los vaivenes y retrasos en la llegada de las anheladas vacunas. El presidente de la Sociedad Valenciana de Medicina Preventiva, Juan Francisco Navarro, explicaba a finales de febrero que con una sola dosis de Pfizer se alcanza el 90% de protección, mientras que Félix Gutiérrez, responsable de Medicina Interna en el Hospital General de Elche, tenía ya claro entonces las ventajas de ampliar el espacio entre las dos dosis, como ya venían haciendo otros países, para intentar inmunizar al mayor número de personas en menor tiempo. Está claro que es difícil tomar decisiones sobre estas cuestiones, pero los políticos no cesan de decir que se apoyan en las opiniones de los técnicos. Pues eso. Si prospera la propuesta, como ya prosperó en su día la de no vacunar a las personas que ya habían pasado el coronavirus y por tanto ya contaban con anticuerpos, puede suponer un vuelco importante en la estrategia de vacunación que permita acelerar el incremento del número de personas inmunizadas y, por tanto, llegar lo antes posible a esa reiterada cifra del 70% de la población vacunada, acelerar la deseada inmunidad de rebaño y adelantar esa ansiada nueva normalidad que nos permita recobrar la posibilidad de hacer todas esas pequeñas -o grandes- cosas que nos hacen ser un poco más felices cada día.

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