Es verdad que lo de Bosé fue irritante. Pero sin pasar ese trago hubiera sido imposible saborear el impagable trabajo de Raúl Pérez en Late Motiv. La televisión es así de caprichosa. Tiene sus reglas. Toma tu tiempo. Más bien tú se lo prestas. Si sabes invertirlo bien, ella te lo devuelve con intereses. El ejemplo del excelente imitador de Late Motiv es elocuente. En la medida que hayas «sufrido» las dos partes de la entrevista de Jordi Évole con Miguel Bosé, habrás disfrutado más de las dos partes de la entrevista de Andreu Buenafuente, una semana a Miguel, y otra a Bosé. Porque además de la alucinante caracterización del personaje, la docena de guionistas del programa no dan puntada sin hilo, y la excelsa intervención no tuvo desperdicio. Un servidor agradeció el primer programa de esta semana, en el que Andreu prescindió de sus colaboradores fijos: ni Berto, ni Cimas, ni Coronas, ni Maldonado.
Una memorable entrevista al director de Crematorio en el décimo aniversario de su estreno, Jorge Sánchez-Cabezudo, y a su actriz Alicia Borrachero, que se encargaron de recordar a Pepe Sancho, de quien el propio Rafael Chirbes dijo que ya no podría imaginar otro Bertomeu que no fuese él actor valenciano. Por cierto, dónde está TVE, tan perdida, sin plantear en ninguno de sus programas algo tan obvio como un chequeo al presente y al futuro de las ficciones televisivas.
Después vino el divulgador musical Ramón Gener, que hizo cantar en gregoriano a la banda del programa, y que concluyó con la deliciosa Samba de una nota de Tom Jobim, demostrando que cuando se trata de amar, sobra el resto del pentagrama y basta con una sola nota para demostrar hasta dónde alcanza la pasión.
