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Tomás Mayoral

El aquelarre y los aprendices de brujo

Era mucho pedir que el trasvase no cayera en el agujero negro de la confrontación entre Puig y Mazón. La guerra del agua era demasiado suculenta electoralmente como para que hubiera posiciones de unidad.

Carlos Mazón, López Miras, presidente murciano y Lucas Jiménez, presidente de los regantes del trasvase

Era de esperar que el personalismo no nos iban a dar tregua. Todos están de acuerdo en luchar contra la eliminación del trasvase que planea perpetrar Teresa Ribera, pero cada uno quiere hacerlo a su forma. Diputación y Consell escenificaron ayer un cisma que es un viaje al futuro electoral de la Comunidad y que convierte de facto el trasvase en campo de batalla entre los dos principales aspirantes a presidir la Generalitat. Política de gran altura en pretensiones pero de vuelo rasante en realidades. Porque si miramos bien, ni Puig ni Mazón tienen de qué presumir. Puig abrió el fuego al calificar de "aquelarre" la cumbre de comunidades convocada en Almería. Con callar y no mandar a nadie hubiera bastado. Sobre todo porque, si de aquelarres hablamos, Puig se ha metido en todos los conciliábulos habidos y por haber, con brujas, meigas, súcubos, ménades y otros animales imaginarios de la fauna patria cuando era la financiación autonómica lo que estaba sobre la mesa. Y ha hecho bien porque no hace falta que mis aliados sean mis amigos. Mucho menos que sean mis correligionarios. Pero si tales sacrificios espirituales valen para la financiación, y se sienta con quien haga falta sea del color que sea, ¿por qué no cuando es el trasvase lo que está en juego?

Mazón, siempre al quite en este tercio de la corrida, quiso ayer ocupar el sillón vacío que dejó Puig en Almería y firmar la adhesión inquebrantable como si para eso hiciera falta la inevitable foto con López Mirás y Lucas Jiménez. Pero alguien debería decirle que por ahí tampoco tira el puro. Huele a electoralismo bufo que busca el choque cuando aún no le hace falta. Con afearle a Puig la incomparecencia sin pretender sustituirlo, eso será en las urnas y aún queda un tiempo prudencial, hubiera sido más que suficiente. El resultado, como diría Andreotti, es que "manca finezza" y lo peor es que Mazón lo sabe, como lo sabe Puig, pero les da igual. Ya hemos conseguido dividirnos nosotros solos sin que nadie nos empuje. Cada uno tiene ya su frente pro trasvase que era de lo que al parecer se trataba. Para dar idea del desbarajuste ahí tienen la ironía de que la Generalitat convoque a los alcaldes de la Vega Baja para firmar su manifiesto sea cual sea su color político. Y esperarán, claro, que los alcaldes del PP se olviden de lo que Puig hizo y dijo el martes y acudan en olor de multitud... Unos por otros, el trasvase sigue en peligro sin un frente sólido que inquiete a quien quiere acabar con él. Es lógico que en Madrid, en el Ministerio de Transición Ecológica, estén, cómo no, muertos de risa. 

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