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Fernando Ull

Madrifobia no, es hartazgo

Isabel Díaz Ayuso, durante el debate.

Hay que tener mucho cuidado

de poner en circulación una

tontería en Madrid porque arraigan

mejor que las acacias”.

Manuel Azaña

Cuesta creer, a tenor de lo que dicen las encuestas de intención de voto, que la mayoría de los votantes de las próximas elecciones que se van a celebrar en la Comunidad de Madrid estén de acuerdo con las continuas excentricidades (por llamarlas de alguna manera) que tiene a bien hacer públicas Isabel Díaz Ayuso, candidata del Partido Popular, cada vez que tiene un micrófono delante. En sus últimos mítines ha dicho de todo y ha repetido todos los falsos tópicos ultra conservadores que quiere escuchar el típico madrileño cabreado con la vida al que le importa muy poco el medio ambiente, la ayuda a los refugiados e inmigrantes, las guerras que puedan estar ocurriendo en cualquier lugar del mundo o el número de muertes por Covid-19 que podrían haberse evitado en caso de haberse cerrado los bares y restaurantes de Madrid como sí se ha hecho en otras ciudades de España. Para la presidenta de la Comunidad de Madrid lo más importante es poder tomarse unas “cañitas” en una terraza, ya que, al parecer, en eso consiste “vivir a la madrileña”. Solo el hecho de escribirlo me produce vergüenza ajena y un sentimiento de culpa por repetir semejante argumento.

Tienden a pensar los votantes conservadores de Madrid que el resto de los habitantes de España tenemos una especial animadversión hacia Madrid. No es cierto. En España existe una diversidad cultural que excede con mucho al provincianismo que en los últimos años se ha puesto de moda en la capital de España. El modelo trumpista que se ha instalado en Madrid no gusta en el resto de regiones a lo que hay que añadir que la actual pandemia ha acrecentado la separación ideológica entre el modelo socialdemócrata y el ultra liberal que pretende imponer la derecha española a imitación del neoliberalismo de Milton Friedman. Es decir, el clásico sálvese quien pueda. Ante el temor de Pablo Casado de que VOX siga comiendo terreno electoral al Partido Popular ha surgido, dentro del Partido Popular, la figura de Díaz Ayuso como lo más parecido a la ultraderecha de VOX pero sin serlo. La cuadratura del círculo tan deseada por José María Aznar porque al menos desde un punto de vista formal las ideas de la presidenta de Madrid difieren muy poco de las, durante años, falsa arquitecta Rocío Monasterio.

De manera lógica podría pensarse que los españoles que no viven en la Comunidad de Madrid y que ven sus vidas condicionadas por las decisiones que allí se toman tengan el derecho a criticar las decisiones que les afectan. Pero esto no es madrifobia, término que se ha puesto de moda en la derecha madrileña para evitar tener que dar explicaciones sobre comportamientos egoístas, sino la consecuencia del hartazgo de tener que sufrir los efectos de actitudes sin contenido intelectual que se basan en la nada y que además están plagadas de egoísmo.

En los últimos años Madrid ha sufrido una fuerte caída en cuanto a su importancia cultural en España. La repetición constante de ideas bobas y vacías de significado como la de que sólo en Madrid los ciudadanos pueden ejercer su libertad o la defensa a ultranza de conceptos rancios y caducos como la tauromaquia la han convertido en el centro del trumpismo y Tea party europeos. Pero a pesar de ello, aunque Madrid se encuentra muy alejada del movimiento cultural que se desarrolló en ella durante los años de la Segunda República, aunque Madrid tenga muy poco que ver con la generación de escritores de los años 50 y 60 que la retrataron como una ciudad viva que quería respirar y dejar atrás la asfixia de la dictadura franquista, una ciudad en la que queda el recuerdo de la Movida como una explosión de ideas y sueños, Madrid siempre será la protagonista de un cuento de Ignacio Aldecoa, las calles donde un joven Jorge Semprún luchaba en la clandestinidad contra una dictadura y la ciudad que atrajo a los mejores escritores del siglo XX porque, como dice uno de los personajes del libro de Javier Reverte La noche detenida (2001), España fue el último país en el que se luchó en nombre de las utopías contra la tiranía.

Es el Madrid de la cultura, la concordia y la justicia social, la ciudad que queremos que vuelva a ser aquellos que no vivimos en ella.

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