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Enrique Benítez

Qustodio: la subcontratación del control parental

Qustodio

A muchos lectores les sonará Qustodio, la aplicación que miles de progenitores ha instalado en los dispositivos móviles de sus hijos para controlar qué hacen y cuánto tiempo pasan enganchados, por ese orden. Qustodio, empresa española con sede en Barcelona, ha logrado hacerse un hueco en el competitivo y creciente mercado mundial de software de control parental, que ya mueve 800 millones de dólares al año (en 2019) y que se espera que facture casi 1.800 millones en 2027, según la proyección de la revista Fortune.

Es muy positivo que haya una empresa nacional en esta peculiar liga de la justicia de aplicaciones dirigidas a la vigilancia digital del sector infantil y juvenil. Además, Qustodio elabora unos informes periódicos que aportan información muy relevante para las familias preocupadas por el uso que hacen sus vástagos de los aparatos que ellas mismas les compran y renuevan, a menudo sin más mérito que un cumpleaños o un examen aprobado.

En su informe anual de 2020, titulado “Conectados más que nunca”, se pueden leer datos sorprendentes y consejos muy racionales. El estudio se ha hecho a partir de datos anónimos de 60.000 familias voluntarias de España, Reino Unido y Estados Unidos, con hijos de entre 4 y 15 años. Con motivo de la pandemia, el tiempo que han pasado los más jóvenes pegados a las pantallas ha subido de manera espectacular: en los Estados Unidos pasan más de 100 minutos diarios viendo videos en YouTube. La suma del uso del conjunto de aplicaciones y posibilidades de ocio (ya saben: TikTok, Instagram, YouTube, Twitch, videojuegos, Netflix, y un interminable etcétera) lleva a los expertos consultados en este informe a recomendar que “los padres sean conscientes del tiempo que sus hijos pasan delante de la pantalla”, que “les ayuden a mantener un estilo de vida activo” o que revisen las calificaciones de los videojuegos.

La pregunta obligada, entonces, gira en torno a la conciencia de los padres sobre los efectos secundarios del uso y abuso por parte de sus propios hijos de todas estas opciones infinitas de ocio conectado. Quizás lo más atractivo de estas aplicaciones sea controlar qué ven los chavales, y no tanto conocer el tiempo que pasan enganchados. Porque si de verdad preocupase esto último, la obligación paternal sería la de sustituir esa socorrida aplicación de control por la olvidada figura de padre/madre que dedica tiempo de calidad a sus hijos. La subcontratación ha llegado también al ámbito familiar.

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