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Mercedes Gallego

Quien siembra odio...

Banderas LGTBI.

Algo debemos estar haciendo muy mal para que un grupo de chicos, en su mayoría menores, se cite «para pegar a los maricones» en vez de hacerlo para jugar al Fortnite, ver una peli o tomarse un Red Bull. Una pandilla con edades comprendidas entre los 14 y los 19 años entre los que hay tanto nacionales como extranjeros. Dato que apunto no porque en la condición de homófobo, xenófobo, maltratador, violador o asesino piense que la procedencia influye (a los datos me remito), sino para disipar dudas a la par que prejuicios de los que en los últimos tiempos vamos tan peligrosamente sobrados.

No recuerdo en qué momento tuve clara mi orientación sexual pero sí que en mi entorno había quien, rozando la adolescencia, empezaba a darse cuenta de que era «distinto». Una diferencia que en aquellos años de invisibilidad gay se vivía como un estigma por los «afectados» y como algo impronunciable por los de su alrededor. Pero de lo que sí me acuerdo es de que nunca quedamos para romperle las piernas o amenazarle de muerte si no se iba del pueblo.

¿Cuándo se jodió el Perú?, que diría Vargas Llosa. ¿Por qué permitimos que la inquina se esté adueñando hasta de los más jóvenes cuando viven en una sociedad más libre e igualitaria que en la que crecimos muchos? ¿De verdad compensa esparcir tanto odio por un puñado de votos? ¿Alguien se ha parado a pensar en que los vientos acostumbran, sí o sí, a traer tempestades?

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