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Agua para siempre

Tubos del trasvase Tajo-Segura a su paso por la Vega Baja, dentro del término municipal de Orihuela.

Para los socialistas alicantinos el trasvase Tajo-Segura es innegociable. Nuestra provincia lo necesita y, con ella, el conjunto de la Comunitat Valenciana. No hay debate y, en este sentido, el apoyo del president de la Generalitat, Ximo Puig, es la mejor garantía. Ahora bien, si el agua de la provincia es una cuestión estratégica, debe ser abordada con honestidad y mucha responsabilidad. Nos jugamos todos demasiado como para consentir el circo ambulante de tres pistas que ha montado Carlos Mazón. En su deriva personalista prefiere ir a hacerse una foto en Almería antes que mantener la lealtad institucional con la Generalitat. Prefiere el ruido al trabajo. Prefiere ganarle la silla a Bonig a ganar el agua para los vecinos de nuestra tierra.

Esta actitud contrasta con la de la mayoría de alcaldes y alcaldesas de la provincia de Alicante, que han entendido que la mejor garantía para solucionar un problema de alcance nacional es la unidad, la responsabilidad y el sentido común. Que el futuro de decenas de miles de familias está por encima de los cálculos de partido. También contrasta con la dedicación y compromiso del presidente Ximo Puig, quien, semanalmente, está en las comarcas del Vinalopó y de la Vega Baja para trabajar mano a mano con los agricultores, regantes, vecinos, empresarios y responsables políticos.

El PP, además, plantea el debate del agua como si el cambio climático no existiera (¡¡en 2021!!) y la ciencia no tuviese nada que decir. Como si nuestra tecnología no hubiese avanzado en las últimas décadas hacia soluciones complementarias, fiables y sostenibles. Lógico, viniendo de quienes siempre estrangulan la inversión en investigación pública y se entregan al negacionismo de cualquier especie. Pero esto es mucho más serio, de manera que trasvase sí, sin duda. Pero trasvase con sentido común y con responsabilidad y la lealtad entre territorios.

No podemos tampoco fiarlo todo únicamente a la carta del trasvase y que luego, en el medio plazo, sea inservible por falta de caudal. Debe complementarse con sistemas de reutilización de aguas depuradas y desalinización como los que ya operan con éxito en diferentes puntos de la Comunitat Valenciana, y el resto del Mediterráneo seco. Esto no va de hacerse hoy una foto y subir un par de décimas en las encuestas. Esto va de ofrecer agua para siempre al campo alicantino. Es una responsabilidad histórica.

Y para dirigirla hacen falta líderes políticos con credibilidad. Como el presidente Ximo Puig, que desde 2015 ha conseguido que la Comunitat sea un ejemplo de gestión, transparencia y éxito económico. Y también, es bueno recordarlo, de acción durante la pandemia. Mientras Mazón se sentaba sobre el cofre del tesoro y decía “no” a invertir en los pueblos alicantinos a través del Fondo de Cooperación, el Consell traía material sanitario. Mientras la Diputación bloqueaba las ayudas y enredaba con las leyes de rescate, el Consell, las Diputaciones de Valencia y Castellón y los Ayuntamientos valencianos, movilizaban casi 400 millones de euros.

Estas diferencias, como la necesidad del agua para Alicante, no son opinables. Y explican claramente quién es quién. Quién se dedica al negocio político de la sed para convertir la rabia en votos y quién se arremanga para trabajar codo con codo con la gente de las comarcas del sur.

Alicante necesita propuestas serias para tener agua. Agua para siempre. 

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