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Rafael Simón Gil

Los dueños de la libertad

Una agente recibe la vacuna en Madrid.

 Ahora que la gran esperanza blanca, el blanco Joe Biden, acaba de declarar que los autócratas chinos creen que la democracia no funciona en el siglo XXI porque se tarda mucho en llegar a consensos -es decir, volvamos a la dictadura (modelo chino) o qué narices siguen haciendo los países democráticos con un sistema fracasado; ergo, vuelvan su mirada al modelo chino y entierren la democracia para siempre-; ahora que la gran esperanza blanca y de la progresía conceptual, el joven blanco Joe Biden, sigue ilusionando a la industria del calzado español manteniendo a ultranza (no lo confundan con ultra, ese era Trump) unos aranceles que podrían elevarse hasta el 35%; ahora que el mundo filobuenista acepta sin rechistar que el blanco Joe Biden siga expulsando a inmigrantes por decenas de miles sin que las ONGs, los institutos, observatorios y otros organismos al uso hayan manifestado la más mínima protesta (no en vano Biden es el bueno y Trump el malo); ahora, justo ahora, sale el filántropo Bill Gates y nos dice que la pandemia que trajo el virus chino (la China de antes, por si se habían olvidado) tardará tiempo en irse, pero que, atención, vendrán otras más.

Los dueños de la libertad son así de buenos y de filántropos; te dicen cuándo debes ser encerrado (por tu bien), cuanto tiempo (por tu bien), y, por si aún creías en la libertad, habrá más plagas (por tu bien). Pasa con el famoso y manido discurso del miedo. Los malos y las malas canónicos siguen siendo los de siempre, y los buenos y buenas canónicos también. Para que sigan el razonamiento de este peculiar discurso del método sin recurrir al libro de Descartes (un filósofo francés que murió en Estocolmo y fue enterrado en una iglesia que, paradojas de la vida, está mu y cerca de donde asesinaron a Olof Palme), y para que puedan apreciar sin dificultades insuperables quiénes son los buenos de verdad, esta semana conocíamos el auto dictado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por el que requerían con contundencia a las autoridades {independentistas} de la Generalitat de Cataluña (los buenos) a vacunar a los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional (¿los malos?) hasta alcanzar la misma proporción de vacunados que los Mozos de Escuadra. Esto no es discriminación, como ustedes dos habrán advertido de inmediato. Ni tampoco un trato de odio y rencor sobre guardias civiles y policías nacionales que prestan sus servicios en la región española de Cataluña. No, no es discriminación; debe ser que las autoridades {independentistas} catalanas no habían caído en la cuenta dado que tampoco han caído en la cuenta de qué pintaban allí la Guardia Civil y la Policía Nacional.

Por si la lluvia fina de discriminación, odio, persecución e intolerancia que se vierte en ciertas regiones de nuestro país contra los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad españoles, Guardia Civil y Policía Nacional, no fuera lo suficientemente intensa y vejatoria, al ministro del ramo -el que debería velar por todos ellos garantizándoles su integridad, su prestigio, su seguridad sanitaria y su reconocimiento-, grande de Marlaska (tengo para mí que en un pasado se escribía Marlasca, pero solo lo tengo para mí), no le queda tiempo para esas fruslerías, de ahí que lo emplee para tildar al PP de organización criminal. Cuando le preguntan cómo es posible tanta tolerancia, tanto clima de neutralidad y calma días antes de unas elecciones autonómicas de la transcendencia de las de Madrid, apela de nuevo a la libertad de cátedra y a la mala interpretación de sus palabras contestando que se refería a personas concretas (“operaciones criminales de una organización criminal”, dice que dijo, lo cual aún se entiende menos). En cualquier caso, Grande, según tu sesuda reflexión, ¿podemos (el otro, no tu socio) colegir organización criminal al PSOE por sus relevantes líderes condenados por corrupción en los ERE de Andalucía? ¿O nos referimos solo a personas ajenas al PSOE como Manuel Chaves, José A. Griñán, Gaspar Zarrías, Magdalena Álvarez…? ¿Ya ha tomado usted buena nota y se desmarca pública, notoriamente de esas personas ajenas al PSOE como todos saben? ¿En qué quedamos Marlasca?

En fin, mis confusos dos lectores, dado que el tiempo ha mejorado mucho (en ocasiones llueve y en otras luce el sol por culpa, sin duda, del cambio climático) y que nuestro demócrata Pablo Iglesias, el de siempre, sigue señalando a la prensa y a los periodistas como corresponsables de la baja calidad de nuestra democracia (sin que muchos de esos periodistas se atrevan a corregirlo), nos convendrá un período de reflexión, previo a la desesperación, junto a personas tan coherentes, neutrales, sabias y tolerantes como Marlasca. Desde que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid le recetara un duro correctivo por el caprichoso cese del coronel de la Guardia Civil, y el TSJ de Cataluña haya tenido que resolver la discriminación que sufren guardias civiles y policías nacionales en la región catalana por las vacunas sin que el ministro moviera un solo dedo en su defensa, cada vez soy más consciente de que los nuevos dueños de la verdad, sean de aquí o de allá, gozan de buena salud. Están vacunados contra todo, incluida la ignominia y el deshonor. ¿Cuándo les toca a ustedes la dosis? Preparen el brazo de la verdad; el otro, el malo, les dará reacción. A más ver.

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