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Lorena Gil López

A contracorriente

L. Gil López

Aquellos que se llevaban los aplausos

Gente en sus balcones en Valencia. Eduardo Ripoll

Cuando parece que una está curada de espanto, que no haya nada que me vaya a sorprender y enojar, siempre hay alguien que está dispuesto a poner su granito de arena para que esto suceda. Y ahí tenemos a la consellera de Sanidad, que plantea a los sindicatos prescindir de casi la mitad de los sanitarios que contrató el año pasado para combatir el virus. Que la pandemia no va a durar eternamente no me parece la excusa perfecta para no seguir contando con unos profesionales que necesitamos. ¿Cómo si no se explica que la provincia tenga un ratio de trabajadores por debajo de la media nacional y un déficit histórico de 6.000 empleados?

Al día siguiente sale a la palestra el presidente y deja en evidencia a Barceló con la promesa de creación de plazas fijas en los hospitales el año que viene. «Necesitamos más personal», recuerda Puig. ¿A quién se lo dice? ¿A su consellera?

Qué poco nos acordamos ya de cuando miles y miles de personas salían a los balcones a aplaudir el trabajo y dedicación de unos profesionales que se han dejado la piel, el alma y, por desgracia, la vida.

Y este tijeretazo que plantea Barceló y que Puig sortea me temo que no será el primero, que le seguirá a continuación su compañero del Botànic, que no de partido, el conseller de Educación. ¿Qué pasará con los grupos burbuja, el gran invento de Marzà para minimizar los contagios en los colegios con clases de menos niños, mientras fuera del centro se podían seguir relacionando? Este curso ha habido más aulas y profesores, ¿continuarán el próximo curso escolar. ¿Saldrá a escena Marzà? ¿Y luego el presidente?

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