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Miénteme y dime que me quieres

Huyo de los que empiezan las frases diciendo que van a ser sinceros conmigo. Siempre es algo malo. Creo que la honestidad está muy sobrevalorada.

Celler de Can Roca

Este periódico publicaba hace unos días que los forenses han detectado un aumento de personas que fallecen en sus casas sin que nadie las eche de menos. Contaba la historia de un hombre que llevaba cinco años tumbado en su sofá, la de una mujer que hacía cuatro meses que yacía olvidada en su salón y la de otro hombre que llevaba unos seis meses en el pasillo de su vivienda. Nadie les echó de menos. En un caso, el sonido de la radio despistó a los vecinos. En otros, ni eso. Esa podría ser una de las definiciones más certeras de la tristeza. Que nadie te añore. Que nadie piense en ti. Que nadie te quiera lo suficiente como para descolgar el teléfono para saber cómo estás.

El cocinero con varias estrellas Michelin Gastón Acurio dijo que el éxito en esta vida es que te quieran. El también chef y número uno del mundo en varias ocasiones Joan Roca lo corrobora en una entrevista que escucho mientras camino por la montaña. Saber disfrutar de la naturaleza y respetarla también es una forma de afecto. Habla Joan Roca sobre la importancia de querer a los tuyos y cuenta que uno de sus privilegios ha sido vivir sobre la cocina del Celler de Can Roca, porque podía escaparse para dar las buenas noches a sus hijos. No hay día que yo no agradezca ese privilegio, aunque me haya pasado la tarde gritando que los deberes no se dejan para lo último. En el amor también caben las contradicciones. Al igual que Joan Roca, creo que el éxito es que te quieran, pero doblo la apuesta y añado que también lo es saber demostrarlo. De nada sirve querer si el otro no se entera o si siente lo contrario y, desde luego, borraría del refranero el “Quien bien te quiere te hará llorar”. Ese dicho con un puntito judeocristiano que justifica que la felicidad solo se consigue sufriendo y que tanto daño nos ha hecho a algunos. Hay personas que creen que la honestidad es aliada de los afectos. Yo no. Es más, pienso que está sobrevaloradísima. Alejo de mi vida a quienes empiezan las frases aludiendo a su capacidad para ser sinceros. No nos engañemos, siempre es algo malo. Por eso, soy fan de las mentirijillas piadosas y solo salvo de esta generalización al personaje de la portera de Mujeres al borde de un ataque de nervios, interpretado por Chus Lampreave. Esa maravillosa testigo de Jehová a quien su religión le impide mentir. Querer es dar buena vida. Y buena muerte. 

Un amigo psicólogo, especialista en acompañamiento durante el duelo, me dijo que las personas morimos como hemos vivido. Se refería a quienes sufren largas enfermedades y me contó que, la mayoría de las veces, quienes tenían buena compañía al final de su existencia eran aquellas que habían querido mucho y tratado bien a los suyos durante toda su vida. Yo no sé si será cierto, pero sí sé que esta pandemia ha hecho desaparecer cualquier atisbo de esa justicia poética y también sé que muchos, en mayor o menor medida, pasamos un luto por la soledad de nuestros fallecidos. Querer y ser querido. Es curioso que algo tan básico sea, en el fondo, el sentido de la vida. 

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