Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Cuervo

Lo madrileño y lo nacional

Ayuso pide una amplia mayoría para evitar "las injerencias de la Moncloa"

Las elecciones autonómicas madrileñas son en clave nacional repiten, sobre todo, en los medios madrileños que llamamos nacionales. Aunque la derecha está creando una nacionalismo madrileño -como fuerza que se opone al nacional- sólo cinco paradas de metro separan un gobierno de otro; Sol (sede del gobierno de Madrid) de Moncloa (sede del gobierno nacional), Isabel Díaz Ayuso de Pedro Sánchez, el PP del PSOE.

La visión de España que proyectan los medios nacionales y madrileños, de los televisivos a los digitales, viene a ser que Madrid es España dentro de España, luego está Cataluña (como un contramadrid) y lo demás es la España vacía de los abuelos y la de sol y playa de las vacaciones. Los españoles somos muy españoles para esos medios madrileños, que nos resultan un poco alemanes o británicos en nuestra calidad de lugareños de sus lugares de vacaciones. Desde la periferia hay una idea de mayor reciprocidad con Madrid por una red de relaciones tejida con la capital como lugar donde se van los hijos, sobrinos y demás familia desde los años cincuenta del pasado siglo hasta el tren de esta mañana. Es una reciprocidad centrípeta, de España con Madrid, propia de un país ensimismado en sus autonomías que se mueve sobre una estructura radial.

Matiza la idea de que lo madrileño es nacional recordar qué es más madrileño y menos nacional y eso incluye, sobremanera, una polarización en la que tienen que ver mucho esos medios madrileños que trabajan para un candidato local y repercuten como si fueran nacionales, un servicio postal que distribuye más balas que en otras partes y una mayor fe en el versículo “la cañita os hará libres”. La libertad es intelectual, implica una elección no sólo un instinto. La libertad que se anuncia, prepara y sirve “a la madrileña”, como los callos, es visceral y de la tripa. Al no vivir “a la madrileña” en mucha España el lenguaje político no se ha degradado hasta el nivel evangélico de Iowa y, de momento, el demonio aún no ha llegado a las campañas electorales, adiós, gracias.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats