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Antonio Ortuño

Otro gallo cantaría

Cuenta la historia que, en las últimas horas de vida de Jesucristo, una noche le dijo a su discípulo Pedro: “antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces”. Por supuesto, Pedro negó que tal situación fuese a cumplirse; pero la flaqueza humana, que no sabe de juramentos ni de apóstoles, permitió que el hecho se cumpliera. Pedro negó tres veces consecutivas que conocía al Maestro. El curso de los hechos que condujeron a Jesús al calvario engendró en los creyentes el sentimiento de que otro habría sido el desenlace de la historia sagrada si el valor de Pedro no hubiese flaqueado. De ahí, que la expresión: “otro gallo cantaría” se aplique para dar a entender que, de haberse planteado de otra manera, las cosas habrían resultado diferentes.

Poco imaginaba Florentino Pérez, presidente del club merengue, cuando hace poco más de quince días anunció el nacimiento de la Super Liga europea que su recorrido iba a ser tan breve. Ante el asombroso, deplorable, egoísta y discriminatorio proyecto futbolístico, las críticas no se hicieron esperar. Quizás la más llamativa fue la del presidente de la UEFA que llegó a decir que este proyecto, y cito textualmente: “es fruto de la avaricia y del egoísmo; un escupitajo en el rostro a todos los amantes del fútbol”. Pero ni mucho menos fue el único que se manifestó. Otros, como el presidente del Reino Unido, el presidente de la República Francesa, el ministro de deportes y cultura español, estrellas del futbol, cientos de diarios informativos, multitud de equipos de futbol y miles de aficionados también mostraron su total rechazo al descabellado y desafortunado proyecto. Había trascurrido menos de un día cuando la mayoría de los clubes de fútbol que habían apoyado la super liga, rectificaron y pidiendo perdón a sus aficionados, descartaron formar parte de tan desafortunado evento.

El lunes 26 de abril diecisiete personas fueron encontradas muertas en una embarcación de migrantes cerca de Canarias. Junto al montón de cadáveres, tres supervivientes. De estos se comentaba que excepto la hipotermia, se encontraban bien y nada más. Yo matizaría que sí, estaban bien, todo lo bien que se puede estar viendo cómo tus compañeros de viaje mueren, uno tras otro. Cuando el frío te atenaza, la muerte acecha y sientes terror de quedarte durmiendo. Cuando alguna que otra ola zarandea la patera en la que has depositado tu vida y amenazan con volcarla. Cuando lo único que oyes es el quejido de un ser humano acompañado del lamentable sonido del mar. Cuando lo único que ves es una inmensa oscuridad que te aplasta queriéndote arrebatar lo único que posees, tu vida. Por lo demás estaban bien; ¡Joder, al menos están vivos!

Se acabó la campaña electoral madrileña. Se acabó la campaña de las balas y de los cuchillos ensangrentados. Se acabó una campaña donde sus protagonistas no han escatimado en mostrar su mala educación, sus irresponsabilidades y su mal gusto por la oratoria, la mayoría de las veces vomitiva. Por fin acabó la campaña más crispada, más polarizada, más fangosa y llena de odios personales que hasta el momento nos ha tocado vivir. Los discursos empleados por los candidatos, que necios no son, han sido elaborados pensando que era lo que la mayoría de sus votantes, los madrileños en este caso, querían escuchar. El fruto a estos discursos lamentables, fatídicos, sucios e inmorales lo ha recogido el diario Información en una noticia de este sábado pasado. En ella podemos ver una foto, donde se ve a cuatro activistas de FEMEN (movimiento feminista que se autodefine como sexestremistas y ateas que suelen manifestarse con el pecho desnudo) frente a la sede madrileña de VOX, sosteniendo una pancarta en la que podíamos leer: “¡No pasaran! El fascismo quiere conquistar Madrid. Madrid sera la tumba del fascismo”. Quizás a una profe de lengua sí, pero a mí no me preocupa que en un párrafo tan corto haya dos faltas de ortografía como son las tildes de “pasarán” y “será”. Lo que sí me crea inquietud es que estas jóvenes desplieguen una pancarta con un lema que ya usó el bando republicano en Madrid en noviembre de 1936 arrinconados por las fuerzas rebeldes del dictador Franco. Quizás estas cuatro chicas jóvenes no son conscientes del horror, de la miseria, del hambre y la muerte que aquellos hechos plagados de odio e intransigencias supuso para el pueblo español. O simplemente hicieron novillos cuando explicaron la guerra civil española y alguna que otra clase de lengua. Si no, me cuesta mucho entender la pancarta, aunque sea frente a la sede de VOX. Pero si el cartel me crea inquietud, la respuesta de los seguidores de Abascal me genera repugnancia. El tweet que salió de la sede del partido de ultraderecha decía: “Es una irresponsabilidad que Pablo Iglesias ordene a su harén a venir así a nuestra sede. No están los tiempos como para arriesgarse a coger una pulmonía”. ¡Vaya nivel! Otros que se fugaron las clases de igualdad, tolerancia y respeto al ser humano, sea cual sea su sexo. Y así, siguen agarrados al machismo más rancio y descarnado que pueda existir.

Si la noticia de la muerte en una barcaza de diecisiete subsaharianos, y si la maloliente campaña electoral madrileña hubiera movilizado el mismo número de ciudadanos que se alzaron su voz en contra de la Super Liga, ¡otro gallo cantaría! Quizás ya tendríamos, por lo menos, nuevos proyectos de leyes migratorias que no nos obliguen a girar la cabeza del televisor, avergonzados o asqueados, para evitar ver las atrocidades que estamos cometiendo. Quizás también habría cambios en las leyes electorales, con nuevas líneas rojas que ningún candidato debería poder saltarse. En campaña no todo vale. Y si vale todo, mientras llegan las nuevas leyes, que las noticias electorales las emitan fuera del horario infantil, que le pongan dos rombos, como lo hacían en aquellas primeras emisiones televisivas a las películas o programas moralmente cuestionables.

Antes de que se me olvide, la vacuna española ¿Para cuándo? ¡Vaya pedazo de trabajo que están llevando a cabo becarios mileuristas trabajando más horas de las que les corresponden y con los mismos recursos que tenían antes de la pandemia! Por estas tierras, nuestros abuelos, y perdonen a estos niños de la posguerra por el lenguaje sexista, aún suelen decir: “Los dineros y los cojones se quieren para las ocasiones”. Pues eso digo yo, ¡otro gallo cantaría”.

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