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Joan Antoni Oltra Soler

Opinions des d’Elx

Joan Antoni Oltra Soler

De palacio de congresos a tomadura de pelo

El solar de J’hayton, en el barrio de Carrús, donde el alcalde proyectó el Palacio de Congresos de Elche pagado por la Diputación. ANTONIO AMORÓS

Mientras Elx esperaba una respuesta de la Diputación Provincial, bajo mando del PP, a su promesa de construir un Palacio de Congresos en nuestra ciudad resulta que ésta llevaba meses preparando, en secreto, su gran apuesta: Un espectacular Palacio de Congresos, con una sala para 2.000 personas, con un presupuesto inicial de 45 millones de euros y con un conjunto administrativo donde también tendrán cabida las oficinas centrales de SUMA. El problema es que esto no se hará en Elx, sino en el puerto de Alicante.

Será una actuación que busca representar un icono urbanístico en la zona y que será financiada, fundamentalmente, por la Diputación, el Ayuntamiento de Alicante y, todo apunta, a que también por la Generalitat Valenciana. El acuerdo entre las partes parece hecho y sólo queda pendiente de la cuota de protagonismo institucional de cada una de ellas.

Alicante consigue una instalación emblemática, con un mínimo coste, y refuerza su carácter centralizador en la provincia y acaparador de inversiones. La Diputación Provincial de Alicante sigue privilegiando a la capital sobre el resto de la provincia. Es la Diputación un organismo que se nutre de fondos de todos los municipios, pero que sus grandes inversiones siempre están en la capital. Ahí está el ADDA o el MARQ, por citar alguna. Debería cambiarse el nombre y pasar a ser Diputación Municipal de Alicante ya que esa es la realidad inversora.

¿Y qué pasa con el Palacio de Congresos que la Diputación prometió a Elx en 2018?. Dicen que no pasa nada y, si pasa, se le saludará. Recordemos que se comprometieron a financiarlo íntegramente. Después empezaron a decir que también debía entrar la Generalitat y el Estado y, además, que el emplazamiento debía ser de consenso. O sea, que el que había propuesto legítimamente el Ayuntamiento no les valía. Que debía ser uno acordado entre el equipo de gobierno, la oposición, un grupo de empresarios y la propia Diputación. La capacidad de decisión municipal se cuestionaba. Sabiendo la Diputación la dificultad de sus condiciones, ello le permitía hacer lo que ha hecho: Olvidarse de su promesa a Elx culpabilizando, encima, al Ayuntamiento por seguir defendiendo su propuesta y no la de ellos, poner en su presupuesto para 2021 la importante cantidad de 50.000 euros para tal proyecto y así querer aparentar interés y, mientras tanto, acelerar el que realmente siempre les ha interesado más: el de Alicante. No dicen que el nuestro no lo harán, faltaría más, que todo llegará, no se sabe cuándo y que tengamos paciencia, mucha paciencia.

Pero también dicen otra cosa: Que no se critique lo que han hecho. Quejarse desde Elx es de victimistas, de pueblerinos, de quejicas en definitiva. Incluso se nos dice que, en vez de quejarnos, apoyemos el proyecto de Alicante para así conseguir que esta se consolide (como si necesitara ayudas) como la gran capital del sur valenciano ya que el resto, incluido Elx, deben ser sólo pueblos de la provincia.

Es lo que se le ha venido a decir al alcalde Carlos González cuando, de forma un tanto insólita por su contundencia, ha manifestado su queja por la situación y la marginación en que, de nuevo, queda Elx. Llama la atención el que en este punto su legítima y necesaria opinión haya quedado tan solitaria en la ciudad. Que, desde Alicante, se le pida que acepte lo inaceptable y que no se queje es lo normal. No parece tanto que, desde Elx, no hayan salido más voces a criticar esta situación y sí otras que, en cambio, hasta parecen justificarla.

El alcalde debe seguir exigiendo que la Diputación Provincial cumpla sus acuerdos con Elx, pero también debe reflexionar sobre el proceso que en este tema ha seguido y con los apoyos que ha tenido, incluido el de su propio partido el PSOE, que también parece apostar por reforzar la capitalidad alicantina ante la tradicional conformidad y apatía ilicitana a la hora de posicionarnos ante los que tienen que atendernos como corresponde.

Que, en este tema, a Elx no le tomen el pelo otra vez y, encima, tengamos que estar agradecidos. Sería demasiado.

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