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Pilar Ruiz Costa

Una ibicenca fuera de Ibiza

Pilar Ruiz Costa

Tequila, sal y limón

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Millón y medio de personas han votado no volver a encontrarse con su ex. Pronto será proyecto de ley, real decreto y una app batirá en descargas al inútil radar Covid. Alerta Ex podría llamarse, por ejemplo. Ex visto en tal tasca, con cuatro o cinco amigotes; semáforo amarillo. Ex visto en un museo, acompañado de una rubia inteligente; semáforo rojo.

La mayoría de las canciones de amor no cantan al amor, sino a un ex. “Peor que el olvido fue frenar las ganas de verte otra vez. Peor que el olvido fue volverte a ver, volverte a ver” cantaba Quique González. “Nunca dejes de buscarme, la excusa más cobarde es culpar al destino” cantaba Ismael Serrano. “Soy vecino de este mundo por un rato y hoy coindice que también tú estás aquí. Coincidencias tan extrañas de la vida: tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir”, Alberto Escobar, sin embargo, no cantaba al amor, ni al más puro y sincero que es cuando temes tanto como deseas coincidir con tu ex. Cantaba a la vida, que intuía llena de coincidencias. “Mi primera coincidencia fue el vientre de mi madre”, dijo en alguna ocasión. Pero es que, las canciones, como los hijos, una vez se paren, vuelan. Vuelven al nido por un táper de croquetas o a preguntar si esto se puede meter en la lavadora y poco más. También mis canciones andan por ahí, volando cielos y, de vez en cuando… coincidimos.

Coincidir tiene su aquel, pero conectar ¡conectar es lo más! Somos unos yonquis enganchados a esos sutiles pero trascendentes instantes de conexión. Me importan las conexiones lo mismo que me dan igual los eslóganes. Los eslóganes de hoy los taparán los de la próxima campaña. Las políticas de hoy serán la herencia recibida de los políticos de mañana. Siempre sumarán más que los votos, las descargas ilegales. El que esté libre de ex, el que no tenga una puñetera canción que le estremezca en sus dispositivos electrónicos, que tire la primera piedra. Antes los músicos ganaban dinero vendiendo canciones, ahora les pagan por publicidad. La canción más tierna del mundo se corta para recomendarte Hemoal, que te proporciona alivio sintomático del dolor, picor o escozor, pero no del corazón, sino de su antípoda. Tequila, sal y limón para el resto de las heridas.

“En Madrid se tiene la libertad de cambiar de pareja y no volver a encontrártela nunca más” como cuña publicitaria solo sirve en la capital. En el pueblo del que vengo, cuando tu mejor amiga del instituto cortaba, la jornada de reflexión duraba dos semanas y seis tequilas y ya tenías campo abierto. Para no encontrarte a tu ex tendrían que regalarnos una isla a cada uno. Ibiza me la he pedido yo primero.

Para acabar con la endogamia hace falta inmigración. Los mismos carteles que se ensañan con los africanos en el metro, dan la bienvenida a las suecas en los aeropuertos. Pero el destino es tan travieso, que si eres tú el de marcharse a Estocolmo, o a Nairobi, seguro que te encuentras a tu ex. Culpa tuya, por no saber votar, por vivir por encima de tus posibilidades, por no haber invertido en un plan de pensiones, por lavar la ropa con marca blanca, por tomarte las libertades de elegir tu propia libertad. Y la Alerta Ex sin cobertura mientras tantas de comunicar un mayday, semáforo rojo, semáforo rojo.

El miedo a encontrarte a un ex se lo han inventado en Madrid. La madrileñofobia tampoco existe. Los normales somos antropofóbicos, pero no unos tiquismiquis, caramba. Lo que sí existe es la afenfosfobia, que es el miedo a ser tocado, y en estos tiempos de pandemia, todavía más. La filemafobia, que es el miedo a que te besen; la anuptafobia, que es el miedo a quedarte soltero y del lado de la libertad malentendida, la gamofobia, que es el miedo al matrimonio. Los subversivos adolecen de filofobia, que es el miedo a enamorarse, pero ¿el miedo a encontrarte a un ex? Como mucho, numerofobia camuflada. Porque encontrarte a tu ex será, quizá, una señal del destino, pero aún más… cuestión de probabilidades. ¿Conocen la paradoja del cumpleaños? Establece que para que haya un 50% de probabilidades de que dos personas que cumplan años el mismo día coincidan, no hace falta crear un grupo de 730 personas (el doble de los 365 días que tiene el año), sino que basta con 23. Si damos una fiesta con 23 amigos (que estén todos vacunados, huelga decir), las probabilidades de que dos cumplan años el mismo día es de un 50,7%. Trasladen ese ejemplo en salir a la calle, por ejemplo. Ir a un concierto de Raphael o al Primark un sábado y calculen las probabilidades de coincidir. La Alerta Ex echando humo. Pero que las lágrimas por un ex no te empañen del verdadero peligro. En una fiesta de 23 personas, también existen 253 combinaciones de parejas posibles. Los expertos advierten de que con estas ganas de fiesta post pandemia, el riesgo no radica en coincidir o no coincidir con un ex, sino no salir enamorado de tu próximo futuro ex. Suerte que esta vacuna está libre de patentes: tequila, sal y limón.

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