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Rafael Simón Gil

El ocaso de los dioses

Rafael Simón Gil

Je suis très désolé

El presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), José Félix Tezanos. EFE

Apenas han pasado unos días desde las elecciones de Madrid y, además del terremoto producido en su comunidad (no olvidemos que es la región española con mayor PIB, el escaparate donde Europa suele fijarse, la región que plantó cara a los tics autoritarios del gobierno Sánchez aprovechando la pandemia, y la única que, con aciertos y errores, buscó alternativas a los vaivenes sanitarios y restrictivos de Moncloa para combatir el caos que ellos mismos habían creado con su inexistente comité de expertos y sus medidas contradictorias), amén del seísmo, digo, todos temen el tsunami que acompaña a las grandes convulsiones telúricas. Haberlo lo habrá, no tengan dudas. La pregunta es si Tezanos -comisario político de una institución pública, el CIS, que debe guardar una exquisita neutralidad-, ese descarado político, está dispuesto a reconocer que ha hecho un uso torticero y partidista de una institución pública a despecho del propio CIS y con desprecio a la ciudadanía que le paga el sueldo. No lo hará. Hay personajes que de tanto mentir, de tanto manipular, de tanto servilismo con el amo son capaces de atribuirle a Pablo Iglesias (el huido) alguna relación con el asesinato de Kennedy, como insinuaba cínicamente el podemita en la campaña electoral. Je suis désolé.

El tolerante Tezanos se despachaba el día de reflexión con un nauseabundo artículo en el que tildaba a los votantes del PP de tabernarios. Como la RAE dice de tabernario que es “bajo, grosero y vulgar”, y los sinónimos se refieren a “ordinario, basto y soez”, deberemos colegir que más de un millón y medio de madrileños son groseros, vulgares, soeces, rastreros y viles. Y lo dice el presidente de una institución pública que cobra cerca de cien mil euros al año, sin incluir muchas otras ventajas del cargo, como insultar, manipular y mentir a la ciudadanía que le procura su jugoso estipendio. De ahí que coescribiera el libro “En los bordes de la pobreza. Las familias vulnerables en contextos de crisis”. No creo que se refiera a la crisis de Tezanos ni a la de Iglesias-Montero, ni en pobreza ni en vulnerabilidad. Pero sí a la crisis del CIS, herido de muerte por su manipulación y uso partidista. Je suis désolé.

El jarabe democrático que durante tanto tiempo administró el ultraizquierdista Iglesias (véase a sus matones-escoltas detenidos por agredir a la policía en un mitin electoral, algo que ocultó grandemente Marlasca), ha resultado a la larga ser un laxante (lavativa, pera, irrigación) que ha llevado al líder de extrema izquierda a anunciar su retirada de la política. Empero, mis fatigadas dos lectoras, permítanme que guarde dudas sobre el particular, pues tengo para mí que los narcisistas patológicos solo desaparecen cuando, extasiados al contemplar su epicúrea belleza reflejada en las aguas de la megalomanía, se ahogan en el almibarado río de su propio delirio. El tiempo certificará el enorme daño que ha hecho Pablo Iglesias a la democracia, a la convivencia pacífica y a la libertad en España. Lo certificará del mismo modo que la realidad registral y bancaria certifican cuánto tenía Pablo antes de ocupar el sillón de la casta política y cuánto tiene al levantarse de él, solo o en compañía… “La azotaría hasta hacerla sangrar”; “Iglesias se queda solo al comparar a Puigdemont con el exilio republicano” (El País, 18/1/21); la Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial expresa su “profundo malestar” por las declaraciones de Pablo Iglesias -vicepresidente del Gobierno- por cuestionar la “falta de imparcialidad de los jueces españoles”; Pablo Iglesias ataca a Felipe VI porque “no haya pronunciado ni una sola palabra condenando la violencia fascista” (lo hace conociendo la detención de dos de sus matones-escoltas por agredir a policías); o los ataques a la libertad de prensa, a los medios de comunicación que no le son gratos (con el vergonzoso silencio de muchos de esos medios). Je suis désolé.

Las consecuencias de esa tempestad que ha supuesto Madrid para la izquierda y la extrema izquierda no se han hecho esperar. El macho alfa abandona, cobarde, el rebaño podemita en busca de esas puertas giratorias que tanto denunció y se procura un futuro lujosamente estipendiado en algún medio de comunicación de la nueva casta que anhela gobernar desde las sombras. La cuenta corriente de Pablo crecerá; sus sueños pequeñoburgueses se habrán cumplido (chalé y piscina incluidos); su nulo apego al trabajo logrará sus últimos objetivos militares; y la sociedad española puede que respire algo más de libertad redimida de esa podrida mascarilla que pretendía imponerle al pueblo el demagogo ultraizquierdista. Je suis désolé.

Pero no todo queda ahí. Ante el descomunal fracaso cosechado por el PSOE, convertido en tercera fuerza en Madrid superado por Errejón, las únicas medidas han sido las canónicas: el hombre soso, serio y formal es acusado de soso y corresponsable del fracaso, mientras que desde la cúpula socialista se certifica que Franco ha muerto. Sin necesidad de certificados de defunción tan caros al condenado exjuez Garzón, en efecto, Franco ha muerto. El que fuera delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid y secretario general de los socialistas madrileños, un hombre servil a los deseos de Sánchez, es fulminado por deseo de Sánchez para tapar los errores de Sánchez y su nigromante Iván. Y para mayor escarnio del socialismo, para la memoria histórica de los cientos de miles de socialistas que sí creyeron en la Transición, lucharon por la democracia y la Constitución, Sánchez abre expediente de expulsión a dos socialistas históricos: Joaquín Leguina y Nicolás Redondo Terreros. El primero fue presidente de la Comunidad de Madrid (qué paradoja, ahora que Sánchez fracasa en Madrid) y el segundo, hijo de Nicolás Redondo, legendario dirigente ugetista, fue exsecretario de los socialistas vascos. La pregunta es sencilla: ¿ya no son socialistas Leguina y Redondo porque al dueño del cortijo se le antoja? ¿Cuánto les queda a Felipe González, Alfonso Guerra o Rodríguez Ibarra para ser purgados? ¿De verdad no hay voces en el verdadero PSOE capaces de decirle a Sánchez y su camarilla ¡basta ya!? Je suis désolé, mes amis, très désolé. A más ver.

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