Nunca se ha hablado tanto de la Feria del Libro de Alicante. Bueno es que así sea. Pero, polémicas aparte, pasados los diez días del evento, el Espacio Séneca volverá a quedarse vacío de libros y librerías durante los otros 355 días del año.
Eso en una ciudad en la que, según se ha publicado en reiteradas ocasiones, durante los últimos años no ha habido presupuesto para comprar ejemplares en sus bibliotecas municipales (he llegado a leer que se consignaban 0 euros).
Una ciudad en la que los munícipes deberían mimar la Biblioteca Provincial, verdadera catedral del libro, y en la que, por el contrario, hemos comprobado cómo Corporación tras Corporación han pasado de ella.
Sí, es gestionada por la Consellería de Cultura de la Generalitat. Y es propiedad del Ministerio de Cultura. Muy bien. Pero desde el Ayuntamiento, con independencia del color político de la Alcaldía, debían haber removido Roma con Santiago con tal de conseguir un centro cultural que fuese referente en la provincia. Pero referente de verdad. No de boquilla. Por su envergadura y su ubicación.
¿Qué es lo que tenemos a cambio? Un edificio de atrezzo ruinoso y en decadencia. Con casi 120.000 perfectamente empaquetados desde hace diez años esperando que comiencen las obras de rehabilitación, cuya fecha de inicio ni se intuyen.
De la reciente visita del ministro del ramo, según dio fe la comitiva que le acompañaba, sólo quedó clara una cosa: que todos soñaron con las fiestas que se podrían hacer en la terraza del inmueble, con aroma ‘chill out’, y lo bien que se disfrutarían los fuegos artificiales desde allí. Por cierto, que se sepa, nadie se atrevió a usar los aseos del inmueble. Debían estar avisados.
