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Joaquín Rábago

Tenaz batalladora contra los fabricantes del agente Naranja

Una mujer vietnamita en una imagen de archivo

La casi octogenaria franco-vietnamita Tran To Nga sin duda merece un premio a la tenacidad en su lucha contra los laboratorios estadounidenses que fabricaron para el Gobierno de Washington el llamado “agente Naranja”.

Por si alguien lo ha olvidado, la substancia de ese nombre es uno de los herbicidas utilizados masivamente por los militares de EEUU desde 1962 hasta 1971 como parte de su programa de guerra química en la guerra del Vietnam.

Se calcula que EEUU empleó en esos años cerca de 46 millones de litros de agente Naranja para defoliar tierras forestales y agrícolas y privar así a la guerrilla comunista de protección frente a sus bombardeos.

Las consecuencias de la utilización masiva de esa substancia altamente tóxica las sufren hasta hoy, según la Cruz Roja vietnamita, al menos tres millones de personas, que van ya por la cuarta generación tras el fin de aquel conflicto.

Consecuencias que van desde graves malformaciones hasta distintos tipos de cáncer, por los que la superpotencia no ha aceptado indemnizar hasta ahora a ningún vietnamita.

Por el contrario, sí ha pagado compensaciones por un total de 180 millones de dólares a los veteranos estadounidenses afectados. Debe de considerar a los asiáticos de raza inferior y merecedora por tanto de su suerte.

Tran To Nga militó en el movimiento armado del Frente Nacional de Vietnam del Sur y fue envenenada con el agente Naranja mientras cubría informativamente el conflicto para una agencia de prensa.

Ella misma cuenta en su autobiografía – “Mi tierra envenenada”- cómo, siguiendo a las tropas del Frente Nacional, se vio sorprendida en 1966 por una nube blanca lanzada por un avión Douglas C-132 de las Fuerzas Armadas de EEUU.

A resultas de aquello, Tran To Nga perdería a una hija, víctima de una malformación cardíaca; dos de sus hijas sufren el mismo tipo de dolencias y ella misma padece además cáncer de pecho, diabetes y una enfermedad de la piel llamada cloracné.

Tran To Nga ha demandado mientras tanto a catorce empresas estadounidenses que fabricaron el agente Naranja por encargo del Gobierno de Washington, entre las que están Monsanto (hoy propiedad de la alemana Bayer), Dow Chemical, Occidental Chemical y Uniroyal.

“No lucho por mí sino por mis hijos y por millones de víctimas”, afirma la anciana para justificar su desesperado recurso a la justicia francesa.

Esta semana, un tribunal de Évry, cerca de París, desestimó su demanda por considerar que los tribunales galos no son competentes para juzgar la política de otro Estado en tiempos de guerra.

La defensa de Monsanto, empresa conocida actualmente sobre todo por su polémico herbicida Roundup (glifosato), argumentó que no se la podía demandar por lo que habían hecho los militares estadounidenses con esa substancia.

Por el contrario, el bufete parisino que representa a Tran To Nga considera que los fabricantes tienen que asumir su propia responsabilidad y no pueden descargarla en el Gobierno de Washington.

Las organizaciones no gubernamentales que apoyan a la anciana vietnamita consideran que el empleo del agente Naranja en la guerra del Vietnam equivale a un ecocidio y es un crimen contra la humanidad.

Francia reconoció en 2010 el principio de justicia universal para ese tipo de crímenes, por lo que sus tribunales sí deben ser competentes, argumentan.

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