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Luis Prats

UN GOL AL ARCO IRIS

Luis Prats

La lechera y los minoritarios

Lleva la lechera herculana la ropa hecha jirones de los batacazos que viene dándose últimamente. Su cántaro, a rebosar no hace demasiado tiempo, va perdiendo líquido conforme su vía crucis particular se convierte en caída tras caída, la cuenta de tantas la ha perdido ella y quienes esperaban que el recipiente, si no lleno, llegara casi colmado de leche a su destino. Pero no es así, al cántaro de la lechera herculana le restan unos ridículos seis litros tras el último costalazo que dio humillada ante su rival de Cornellà, esa localidad barcelonesa que está de fiesta por el matemático ascenso a Primera del Espanyol, y por el mantenimiento del propio Cornellá en la Liga Pro. Pasó diezmada ante la lechera herculana desde el inicio, y aún así la dejó atrás, inalcanzable, haciéndole perder tres litros fundamentales.

Tiene ante sí la lechera herculana, en la que algunos ingenuos han creído y otros han animado para evitar nuevas caídas, un último esfuerzo que parece fuera de su alcance. Con el desánimo propio de quien ha perdido un reguero de litros durante el trayecto, se ve a sí misma descalabrada y con el cántaro roto, y el exiguo liquido que le quedaba desparramado por el suelo. Parece su sino, las sensaciones no son buenas, las evidencias hacen que nadie, o poquísimos, apuesten ya por ella, su destino, como refería Samaniego, es el desastre, el descalabro.

Tanto castillo en el aire, tanto pensar y tan poco hacer, le ha llevado a la ensoñación de que con su escudo podría intimidar, cuando lo que debiera haber hecho es por su escudo trabajar más, soñar menos, y mantenerse en el equilibrio que te puede dar la satisfacción de llegar a tu destino con el trabajo bien hecho. Aun así, y esto tiene más visos de malo que de bueno, depende de sí misma para mantener esos seis litros en su maltrecho cántaro, teniendo cuidado con las de Lleida y Llagostera, que le acosan para invertir las posibilidades, pues al final todas dependen de sí mismas.

Pero en Alicante, aparte de la lechera del Hércules y sus tribulaciones, existen otros deportes, otros equipos, en los que la victoria no les ha sido esquiva, y los objetivos se han cumplido, y en algunos con creces. Aun siendo minoritarios, son visibles, y aunque en algunos casos, como el rugby, sus presupuestos no les den ni para pagar el autobús, han cumplido deleitando a sus escasos aficionados.

Es el caso del Akra-Barbara, en el que los muchachos del balón ovalado han logrado mantenerse en la segunda división nacional, en la misma en la que La Vila ha hecho realidad las predicciones de quienes le daban entre los favoritos a regresar a la élite del rugby patrio. Y así ha sido en un partido vigoroso en El Pantano ante los guipuzcoanos del Guernica.

Otro no tan minoritario, el baloncesto, con el Lucentum, HLA por patrocinio, se han metido en la fase final de ascenso a la ACB, donde ya han militado varias temporadas con éxito en muchas de ellas. Los chicos de Mar Galindo, que nos ha recreado durante toda la temporada las vicisitudes del equipo representativo de la ciudad en el baloncesto nacional con su fino estilo de pluma erudita, han conseguido hacer vibrar a la afición, y les resta ese último esfuerzo que siempre se pide, aunque el objetivo sea tan deseable como de dificultad extrema.

Y resta resaltar a la disciplina deportiva que más laureada del deporte alicantino, el balonmano. En la nostalgia siempre aquel gran Calpisa de, entre otros muchos foráneos de excelsa calidad, los alicantinos Pitiú, Mirete y Poli. El Horneo Sporting ha cumplido con creces las expectativas al conseguir meterse en la fase final por el ascenso a División de Honor, que quedará como objetivo para futuras temporadas. Todos cumplen, menos el Hércules. Da que pensar.

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