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Lorena Gil López

A CONTRACORRIENTE

L. Gil López

Mi madre no es el alcalde, pero casi (y II)

Vacunación frente al covid en la provincia de Alicante HÉCTOR FUENTES

Como decíamos el lunes, mi madre no había sido llamada para vacunarse y no quería ser más que el alcalde de València, pero tampoco menos. Y hete aquí que, igual que le pasó a él, que fue poner un mensaje en Twitter porque con 73 años no tenía noticias de que fuera a recibir la inyección y al día siguiente recibió la notificación de Sanidad para ir al centro de salud, a mi madre le ha pasado lo mismo.

Envió un guasap al grupo de hijos para comunicarnos que había recibido la llamada: se vacuna el próximo lunes. Y se cree que es porque yo denuncié en este mismo espacio que no la llamaban. No tengo ese poder (ni lo quiero), son esas casualidades de la vida de las que hablaba Ribó.

Así que me he puesto a contar los días que quedan para poder abrazar a mi madre ¡me queda un mes todavía! ¡qué lejos me parece, pero al mismo tiempo qué cerca después de tanto tiempo!

Se me viene a la cabeza todos los días la cara que puso la semana pasada cuando por fin pude abrazar a mi padre, un largo y emocionante momento, mientras ella estaba al lado, con los ojos casi vidriosos y que desprendían envidia, conformándose con un triste «adiós, hija, llámeme mañana» mientras chocábamos los codos.

Me recordó que me tengo que tragar las palabras escritas, así que lo hago muy gustosa, pero que no quede aquí, que no lancen los políticos compromisos al aire complicados de cumplir, que no rompan en añicos los anhelos de tantas personas que deseamos cuanto antes la vacuna y nos aferramos a las promesas, el último el presidente del Gobierno.

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