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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

Laureles al coraje cívico

Gala de los Importantes 2020

Desde mediados de los ochenta se han reconocido trayectorias profesionales y actos humanos admirables dentro de una selección que siempre se ha encontrado con que tenía que dejar fuera un buen racimo de opciones merecedoras, lo cual es aún más reconfortante pensando en aquello que también nos rodea aunque apenas haga ruido. En esta ocasión, para arrancar los años veinte del siglo en danza, la estela se ha reproducido solo que a bordo de otra dimensión. La de darle réplica a una tormenta repleta de sombras infernales con tal de ponernos a salvo a todos cuantos fuera posible.

Esa es la sensación que desde el minuto uno inundó la sala de acogida, la de asistir con una respiración contraída que no dejó de desbordarse en decibelios por el interior de los espectadores cuando las gestas en nombre de múltiples de ellas fueron sucediéndose: al escuchar las ovaciones por la respuesta a tanto agobio que la pasada primavera inundó los hospitales; a los supervivivientes de geriátricos en los que sus pobladores vieron venirse la desolación encima; a los garantes de la seguridad y de las emergencias que no dudaron en correr riesgos extremos para evitar que el desastre fuera mayor; al diluvio solidario... todos ellos, los protagonistas de la sesión en definitiva, no pudieron evitar dejarse llevar por el impacto de lo vivido que los atravesó para el resto de sus días.

Ni ellos ni el resto de los presentes ni los ausentes que han llegado hasta aquí. En el transcurso de puesta en escena que duró el repaso se condensó el sufrimiento, el miedo, los apoyos y las inquietudes acumuladas que quedaron a la vista sin el menor atisbo de rubor porque el que más y el que menos ha quedado tocado por esta envolvente y necesita sacársela de encima de la mejor manera posible. La de compartir ese sinvivir es una de ellas. La de no olvidar, joder, a quienes se dejaron la piel por librarnos del mal es otra. Y la de atisbar, finalmente, el anhelo porque los sueños rotos y las nubes den paso poco a poco a la luz del ansiado reencuentro.

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