Había un anuncio de televisión allá por los años 80 en el que una jovencísima Carmen Maura contaba las bondades del sabor de un café llamado Monky. Un spot en el que, con una convicción a prueba de agnósticos, la actriz destacaba además que, por su buen precio, «tacita a tacita» podías ahorrar para darte un capricho, que en aquella publicidad era un abrigo de visón blanco y un Rolls Royce.
Todavía le estoy dando vueltas a la conexión mental que pudo obrar en mi cerebro para que me acordara de este anuncio durante la proyección en el Colegio de la Abogacía de Alicante del documental que sobre el papel de este colectivo en la Transición ha dirigido la directora alicantina Pilar Pérez Solano. Un certero y documentado retrato de lo que fue el quehacer de los abogados desde mediados de los 60 hasta finales de los 70 en el que queda patente el compromiso de estos profesionales con la libertad en unos momentos en que luchar por ella podía costarte la vida. Que se lo digan si no a los abogados de Atocha.
Testimonios, muchos de ellos de quienes sobrevivieron a aquellas contiendas aunque arrastren miradas cargadas de cicatrices, que no dejan lugar a dudas sobre los frutos de aparcar ideologías, resquemores y rencillas cuando de lograr un futuro mejor se trata. En aquellos años el enemigo a batir era la dictadura y el objetivo, el Estado de Derecho. Y para ello todos arrimaron el hombro como en su momento lo hicieron las maestras de la República. En su caso para arañar derechos para la mujer y modernizar la educación, como recoge otro documental de esta misma cineasta que le valió un Goya.
Anteponiendo lo importante a lo accesorio, ambos gremios, como muchos otros cuyas pequeñas grandes gestas no se han llevado a la pantalla, lograron transformar su mundo. Y lo hicieron tacita a tacita. Lástima que ya no se pueda encontrar Monky para saborearlo.
