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Lorena Gil López

La felicidad que llega con un mensaje

Una sanitaria prepara una vacuna contra el coronavirus.

Estaba plácidamente en la cama, oyendo cómo mis pitufos hablaban en el salón con el yayo, cuando mi marido me dice: «El móvil se ilumina, te están llegando mensajes». Pensé que ya empezaba pronto el lío el sábado, más cuando me veo la llamada perdida y un guasap de mi compañera Pino Alberola, que lleva Sanidad. «Ay, a ver que ha pasado», me puse en plan agorera. Le devuelvo la llamada y me dice que están enviando ya mensajes al grupo de 40 a 50 años para vacunarse la semana que viene, con una semana de antelación.

- Anda, o sea, que a lo mejor yo también lo he recibido mientras estoy hablando contigo, que soy del 72.

- Puede ser, sí.

- Pues te cuelgo.

- Avísame si te llega.

Y efectivamente, ahí estaba el mensaje soñado y deseado, el próximo jueves tengo la cita. Le reboté el guasap a Pino y, acto seguido, a mi familia y gente querida.

Desde entonces, la cara de alegría que llevo todo el día no me la quita ni tener que trabajar el sábado, todo me parece genial, vivo en una nube continua de felicidad. Y mi hermana, que es del 71, también recibió la notificación. Cada vez vemos más cerca la luz de este túnel tenebroso en el que llevamos metidos casi año y medio.

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