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José A. García del Castillo

LA PLUMA Y EL DIVÁN

José A. García del Castillo

Vacunación impropia

Vacunación impropiA /

Aestas alturas de la película pandémica, nadie duda ya de que las vacunas son la única solución para volver a nuestra vida normal, o lo que quede de ella, a excepción de los que niegan las vacunas. Los anti-vacunas, que parece que son muchos, son legión en Francia estando a la cabeza con más del 40%, en España estamos alrededor del 6%, llegando al 20% en todo el mundo, sobre todo en los países más desarrollados.

Con independencia de las creencias de los ciudadanos, las evidencias científicas apuntan a un beneficio sobradamente demostrado a favor de vacunarse contra el coronavirus. La encrucijada la marcan los poquísimos casos de problemas con las vacunas frente a la alta mortalidad de los que no son vacunados.

La estrategia mundial es intentar que la mayor parte de la población se vacune con celeridad para conseguir la tan ansiada inmunidad de rebaño, que evitaría que continuaran las muertes y que la normalidad pudiera ser de nuevo una realidad.

En España, siempre contracorriente, a pesar de que los organismos internacionales como la Agencia Europea del Medicamento y la Organización Mundial de la Salud, hayan dado el visto bueno de varias vacunas, entre ellas la de AstraZeneca, nuestro celoso Ministerio de Sanidad descarta la vacunación de la segunda dosis con esta vacuna para los menores de 60 años en contra de estos organismos y de los minuciosos estudios clínicos llevados a cabo con millones de personas.

El único apoyo científico para tomar esta importante decisión es un ensayo clínico con unos escasísimos 600 voluntarios españoles a los que se les ha administrado como segunda dosis la vacuna de Pfizer.

Ante este panorama algo surrealista, como viene siendo habitual en este país nuestro, la decisión final la está tomando la ciudadanía que, con criterios personales basados en los organismos internacionales, los múltiples especialistas que argumentan en los medios de comunicación y el sentido común, están optando masivamente por inocularse la segunda dosis de la vacuna AstraZeneca en contra de lo que pretende obligar el Ministerio de Sanidad español.

Comprobamos que la confianza de los españoles en la máxima autoridad sanitaria tiende a cero, como en tantas otras cuestiones. Por mucho que la ministra se empeñe en argumentar, subrayando las muertes por la vacuna u obligando a inocularse la segunda dosis con la vacuna de Pfizer, los españoles tienen muy claro cuál es su opción y, al final, lo que tiene que prevalecer es la decisión personal, con o sin consentimiento informado.

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