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La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo Pedro Puente Hoyos

En este junio con aromas de un tiempo que se va, vuelvo a comprobar cómo le cuesta al alumnado distinguir entre tema y asunto. Y entre resumen y análisis. Tanto, que a veces escriben una síntesis de un folio y un comentario de tres líneas. Seguro que responde a la falta de motivación de la juventud por los textos literarios, pero también a la incapacidad del profesorado para transmitir correctamente los conocimientos. Mas hoy no toca escribir de eso. 

Una no captó en toda su profundidad si la vicepresidenta Calvo, al referirse a las nuevas tarifas de la luz, quiso hacer una síntesis o un comentario. Lo que sí percibió fue que utilizó una palabra baúl, tema, esa que, como cosa o rollo, engloba todo, cuando el hablante carece del vocabulario preciso y de la competencia léxica necesaria para verbalizar correctamente su pensamiento. Y además la utilizó de modo mediocre por no decir incorrecto. Como en el lenguaje no tiene razón el que la tiene sino el que la impone- una de las más vergonzosas victorias del nacionalismo catalán es haber impuesto la dicotomía Cataluña- España, y, si no, oigan a la elocuente ministra portavoz- al oírle decir temazo, creí que se refería a la última canción de éxito de Pablo Alborán, de Rosario o de Melendi, pues a eso es a lo que le suena a la buena gente el vocablo. Pero no. Con sus ingeniosas palabras, la preclara ministra pretendió hacer una síntesis del cúmulo de agravios que los hombres han perpetrado contra las mujeres desde que el mundo doméstico es mundo. Agravios que la subida de la luz solo empeora.

Para eludir la cuestión de que no solo millones de mujeres que viven solas o a las que, simplemente les gusta planchar y prefieren esa tarea a llevar- es un decir- el coche al taller- sino también millones de familias, empresas y negocios verán encarecerse sus gastos arbitrariamente con el tarifazo, la vice nos tomó a todos por tontos. Y ofendió gravemente a quienes sufren el drama del machismo, banalizando la tragedia, confundiendo temazo con vileza y burlándose, con afrenta incluida, de quienes tanto sufren.

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