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Antonio Sempere

El teleadicto

Antonio Sempere

La serie de Bob Pop

Roberto Enríquez era un crítico televisivo mordaz que, desde que nació el diario Público en su edición impresa, despiezaba en su contraportada en tres epígrafes la actualidad televisiva con humor vitriólico, sin contemplaciones ni ningún tipo de cortapisas. Bajo ese nombre original se escondía Bob Pop, que un buen día empezó a hacerse popular, cómo no, saliendo en la tele. Infinitamente más que escribiendo sobre ella.

Aunque había trabajado durante una larga temporada con Buenafuente, el estrellato le llegó cuando El Terrat dio el salto a Movistar. En Late Motiv, Bob Pop se convirtió poco menos que en un editorialista cuya sección algunos (creo que la mayoría de seguidores del programa) esperábamos de rodillas.

Sus intervenciones fueron ganando intensidad y relevancia, hasta convertirse en verdaderos hits. No se entendería la mejor televisión del último lustro sin las apariciones de Bob Pop. De ahí que su ausencia durante la última temporada completa de Late Motiv para rodar su serie autobiográfica nos ha resultado demasiado larga. Comprendemos a nuestro amigo Bob. Sabemos cuánta energía y cuánta ilusión hay invertida en esta serie. Y qué grado de satisfacción debe caber cuando son unos amigos como los de El Terrat los que han decidido producirla. Pero quede claro que para que Maricón perdido haya podido existir nos hemos debido privar de una treintena de intervenciones memorables de Bob Pop en una televisión muy necesitada de ellas. ¿Qué encontrarán sus fans en la serie cuando la estrene el canal TNT? Algunas de las peripecias que el propio Bob Pop, con su incontinencia verbal, ya había contado a sus seguidores. Constantes saltos en el tiempo. Y un biopic que, por momentos, duele, aunque sepamos que acaba bien porque, menos mal, su protagonista tiene una cabeza muy bien amueblada.

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