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Vicente Magro Servet

¿Presencial o virtual?

El alcalde Rubén Alfaro durante la reunión telemática con Ximo Puig.

La pandemia del coronavirus nos ha provocado a todos un cambio en la forma de actuar en sociedad, en el plano personal y laboral con modificaciones importantes, que, en muchos casos, tienen que considerarse en positivo, como ha sido la introducción de la tecnología como un ciclón en nuestras vidas a raíz de un estado de necesidad creado por un virus que ha propiciado cambios también en positivo. Y es que el rechazo que existía en muchos sectores al uso de las tecnologías se ha visto alterado por la necesidad del uso de las mismas.

Se dice, por ello, que el virus ha propiciado un incremento del 800% en el uso de distintas tecnologías, como la firma electrónica y, sobre todo, las plataformas digitales para realizar reuniones, actos de formación y todo aquello que antes se hacía de forma presencial y que ha sido sustituido por reuniones virtuales, tanto para realizar actividades laborales, formativas o de reuniones interpersonales.

Así, la reunión virtual que se rechazaba, aunque disponíamos de la tecnología ha irrumpido en nuestras vidas de una forma meteórica, siendo difícil que se vuelva a dar un paso atrás tan negativo de no usar aquello de lo que disponíamos para hacer muchas actividades de forma virtual.

Por ejemplo, en materia de formación cuando nos dimos cuenta el 15 de marzo que había que encerrarse en casa se apostó por implementar el trabajo formativo con plataformas virtuales que nos permitieron seguir haciéndolo durante el confinamiento, ya que disponíamos de mucho tiempo al día. Y lo mismo en el trabajo, al punto de que en los órganos judiciales se siguió trabajando en los órganos colegiados mediante el sistema de la deliberación telemática y la introducción inmediata de la firma electrónica que ha optimizado y reforzado la agilidad en la tramitación de los procedimientos, sobre todo en los órganos colegiados ante la rapidez, inmediatez que supone la reunión virtual y la concentración de ideas, así como la agilidad de la firma electrónica de documentos judiciales, que conlleva una facilidad de la firma y a su vez de la notificación de la resolución.

En materia de formación se ha incrementado la virtual, encontrando un mundo desconocido, y suponiendo un ahorro de costes en desplazamientos y gastos, tanto de viajes como de estancias, pero, sobre todo, se ha ganado en eficiencia y eficacia, porque se han ahorrado costes y se han obtenido mejores resultados al existir más formación y poder realizarla, o bien en directo, o bien reproducirla en diferido para cuando el asistente pudiera reproducir la actividad formativa.

Cierto y verdad que lo presencial no va a desaparecer, pero hemos cambiado el paso gracias al virus, apostando por las actividades virtuales, tanto en las cuestiones personales como en las laborales, suponiendo un adelanto y una mejora en el rendimiento de cada uno de nosotros. Lo virtual evita pérdidas de tiempo, esperas y propicia una mayor eficacia. Quienes antes de la pandemia lo hacían ganaban en rentabilidad y rendimiento. Se gana en “resultadismo” con lo virtual, que es al final lo que todos buscamos. Resultados y calidad en lo que hacemos.

Se han sustituido los tiempos de espera en desplazamientos por la eficacia de poder realizar más actividades en aquel tiempo que se invertía en desplazamientos y movilidad de un sitio otro para hacer una mera reunión de trabajo. Se hacen más cosas en el mismo tiempo con lo virtual.

Un ejemplo de las ventajas de la reunión telemática lo ha sido el reciente Real Decreto Ley 8/2021 de 4 de mayo que propicia la celebración de juntas de propietarios telemáticas y que permite que los vecinos de una comunidad puedan reunirse con su respectivo teléfono móvil, u ordenador, desde sus propios domicilios, pudiendo reducirse la presencialidad para aquellas personas que no dispongan de tecnología, aunque bien es cierto que pueden perfectamente acudir al domicilio de algún vecino que sí disponga de ella, o aprender cómo se utiliza por la sencillez de su uso y la necesidad de perder el miedo a las novedades tecnológicas, que al final es lo que también determina que en muchos casos se está en contra de las reuniones telemáticas, propiciado más por el miedo a lo desconocido que por el alegato de no disponer de la tecnología.

El mundo y las personas tienen que cambiar su forma de actuar con el mensaje que ha dejado esta pandemia, tanto en el plano personal como en el laboral, y apuntar más a la eficacia y al rendimiento en nuestras actividades que a los gustos personales de la comodidad y el conservadurismo que antes existía para hacerlo todo presencial. Y esa manía de no cambiar nuestras formas de actuar es lo que ha propiciado un parón que con la pandemia ahora vamos a cambiar para ganar en más resultadismo, eficacia y calidad.

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