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Esperando a Godot

Daniel McEvoy

Arbeit macht frei

La Cruz de los Caídos, asentada en mitad del Paseo de Germanías desde los años 40 en una de las plazas con más historia de Elche. | ANTONIO AMORÓS

En la Alemania decimonónica, transcurrió la vida de un lingüista y escritor germano llamado Lorenz Diefenbach (1806-1883). Georg Anton Lorenz, que era su nombre de pila completo, destacó como filólogo, lexicógrafo y novelista, campo en el que se le asocia con el movimiento nacionalista alemán, aunque realmente su profesión era la de pastor luterano y bibliotecario.

Los trabajos lexicográficos de Diefenbach todavía son citados hoy en día por los eruditos en la materia, especialmente su glosario latín-alemán, así como sus estudios filológicos y sobre gramática comparada del latín, los dialectos germánicos y las lenguas celtas. Sin embargo, su nombre saltó a la fama en el siglo XX gracias a su popular novela Arbeit macht frei. El trabajo te hace libre, que sería la traducción al español del título, versa sobre un personaje tahúr y estafador que consigue retornar al buen camino a través del trabajo estable.

Por desgracia, el título de la novela que les relataba se hizo después tristemente famoso al ser adoptado como lema por varias instituciones austríacas y alemanas y, eventualmente, por los nazis, que inscribieron esa leyenda en la puerta de entrada de los campos de exterminio de Dachau y de Auschwitz; infamia añadida, como una cruel burla, a la suerte que corrieron millones de judíos, tiroteados nada más bajar de los trenes, o gaseados y quemados con una eficacia teutónica.

En la actualidad, tanto Dachau, que se encuentra muy cerca de Múnich, la capital de Baviera, como Auschwitz, a unos setenta kilómetros de la ciudad polaca de Cracovia, se han transformado en museos conmemorativos del horror que supuso el régimen del Tercer Reich. En los dos casos también se puede entrar por las cancelas de hierro que se cerraban tras los desdichados prisioneros y caminar bajo la consabida e ignominiosa leyenda de «Arbeit macht frei».

Sea como fuere, conservar estas instalaciones para su contemplación por las generaciones actuales y venideras, como recuerdo de un pasado bárbaro que todos debemos evitar que se repita, me parece una magnífica idea. Del mismo modo que me parece envidiable que tanto en Alemania, como en Polonia, como en el resto de Europa Occidental haya un amplio consenso en cuanto a la condena de los regímenes nazis y fascistas que asolaron el continente en el siglo XX. Lamentablemente, ese consenso no es tan amplio (aunque en Polonia sí lo tienen claro porque lo padecieron) a la hora de condenar a la Unión Soviética y los regímenes comunistas de sus países satélites, que también fueron los causantes de millones de pérdidas de vidas humanas y de altas cotas de miseria y degradación del ser humano allí donde se implantaron.

En España, haciendo gala de nuestra particular idiosincrasia, no somos tan avezados como los alemanes y los polacos a la hora de aprender de los errores, ni de los aciertos, de nuestra historia. Muy al contrario, en lugar de analizarla de una forma fría, rigurosa y científica, en ocasiones, muchos intentan reescribirla a la luz de su ideología particular. El caso de los acontecimientos acaecidos en la época de la II República, los hechos que desencadenaron la Guerra Civil y la ulterior dictadura del General Franco son ejemplos de los errores. La modélica transición democrática tras la muerte del tirano es un ejemplo de los aciertos.

Por el párrafo anterior habrán inferido que disto mucho de ser un defensor de la dictadura franquista, ni de cualquier dictadura, sea del signo que sea. Ahora bien, la polémica que ha surgido en nuestra ciudad en torno a la posible retirada de la cruz que se alza en el Paseo de Germanías me ha llevado a conversar con un gran amigo, historiador, en torno a ese hecho, a la reciente historia de España y al manifiesto publicado por una asociación de historiadores de Elche, entre los que he reconocido a antiguos concejales del PSOE o a algún alto cargo en la administración local con ese partido.

Mi amigo, el historiador, sobre ese manifiesto, me dijo lo siguiente (sic): «No dice nada incierto. La Cruz de los Caídos se erige para recordar y homenajear a los caídos por Dios y por España. Y claro que se cantaba el Cara al Sol. Y claro que la Iglesia los apoyaba. Y naturalmente que, basándose en la ley de memoria histórica, la pueden tumbar. Pero la trampa no está en lo que dicen, sino en lo que no dicen. Porque la Iglesia estaba con Franco por una sencilla razón y es que, cuando se hace con la República el Frente Popular, se dedicaron a cazarlos como conejos. Y el frente popular no estaba por la democracia, estaba por una dictadura comunista y muchos se alegraron del alzamiento nacional porque les permitía llegar a la dictadura del proletariado sin tanto rodeo. Y de hecho eso hicieron, comenzaron una revolución que los llevó a perder una guerra que tenían ganada».

Y al verme estupefacto y atento se vino arriba y añadió: «Una verdad a medias es una mentira y explicar sólo una parte de la historia es llamar a engaño. El problema de los revisionistas del franquismo es que hacen lo mismo que los historiadores marxistas: contar sólo la parte de la historia que les interesa y no toda la historia. No intentan explicar la historia sino justificar «su historia». La Cruz de los Caídos es un símbolo de parte, pero se puede hacer de él un símbolo que los englobe a todos y explicar lo que fue la transición, o se puede tirar al suelo y poner un símbolo de los que perdieron la guerra como desagravio o en venganza por no haberla ganado».

Yo no lo habría explicado mejor, no soy historiador, por eso le pregunté a este gran amigo. Sólo añadiría, como simple ciudadano con derecho a opinar sobre el tema, que no me gusta la posición sectaria y maximalista del PSOE y Compromís, pero tampoco comparto la de cierto sector del PP, que ha tomado el asunto como una cruzada religiosa. Bastaría con explicar que la historia, el sentido común y hasta la economía (pretenden gastar 900.000 € en la remodelación del Paseo de Germanías) son motivos más que suficientes para no retirar esa cruz.

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