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Joaquín Rábago

Ambigüedad vaticana

El Papa Francisco en el Vaticano

El papa Francisco ha rechazado la renuncia que había presentado el pasado 21 de mayo el cardenal alemán Reinhard Marx en su condición de arzobispo de las diócesis bávaras de Múnich y Frisinga.

Francisco ha escrito una carta al cardenal en la que justifica una decisión que, a decir verdad, no ha sorprendido demasiado, al menos en círculos eclesiásticos.

Marx había expresado al Papa su intención de dimitir de sus cargos tras señalar que la Iglesia había fracasado como institución a la hora de abordar el escándalo de los abusos de menores por muchos de sus miembros.

Los simpatizantes del arzobispo se han mostrado aliviados por la decisión papal de no aceptar la renuncia de quien es uno de los más estrechos colaboradores del Papa en el Vaticano.

El cardenal Marx es coordinador del consejo económico vaticano creado por el papa argentino en 2014, organismo que se encarga de vigilar las finanzas de la Iglesia católica.

En su carta de respuesta a Marx, Francisco da la razón a éste al reconocer que no sólo la Iglesia alemana, sino la Iglesia en su totalidad atraviesa una crisis por culpa de los abusos cometidos y que “no hay sociologismos ni psicologismos que valgan”.

“Coincido contigo en que nos enfrentamos a una catástrofe por la triste historia de los abusos sexuales y el modo en que la Iglesia le ha hecho frente hasta fecha reciente”, le dice el Papa a Marx. Y añade: “Debemos asumir nuestra responsabilidad tanto como individuos como en el seno de la comunidad”.

Los mensajes vaticanos se han caracterizado con frecuencia por su calculada ambigüedad, y éste del papa Francisco no parece ser una excepción.

“Es cierto, argumenta el Papa, que “lo ocurrido tiene que valorarse de acuerdo con la hermenéutica de aquella época, lo que no nos libera, sin embargo, de responsabilidad; debemos asumir esos hechos como la historia de un pecado que nos acongoja”.

¿De acuerdo con la hermenéutica de aquella época? ¿Qué quiere decir el Papa? Hermenéutica es, que sepamos, un método de interpretación y explicación de los textos. ¿Se busca relativizar así los delitos con el argumento de que hoy somos más exigentes que entonces?

Porque el Pontífice agrega que la Iglesia ya se ha pronunciado más de una vez en muchas situaciones, entonando el “mea culpa” ante tantos errores, “incluso cuando no formábamos parte personalmente de esa fase histórica”.

No debe extrañar la reacción del representante de uno de los grupos de víctimas alemanas de esos abusos, quien criticó que el Papa haya dejado entender que “aquéllos eran otros tiempos”.

Dando una de cal y otra de arena, reconoce el pontífice, sin embargo, en su carta que “no nos salvará ni el prestigio de nuestra Iglesia, que tiende a ocultar sus pecados”.

Ni tampoco, el “poder del dinero ni la opinión de los medios, de los que somos con frecuencia demasiado dependientes”, reconoce.

“Sólo nos salvará, explica Francisco, el hecho de abrirle de par en par la puerta al único que puede salvarnos y reconocer nuestra desnudez”. Amén.

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