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Joaquín Santo Matas

Las Hogueras de hace 100 años

Bando del alcalde de Alicante en 1921 sobre la celebración de las Hogueras

Resulta sobradamente conocido que fue en 1928 cuando se crearon oficialmente las que se vinieron en llamar ‘Fogueres de San Chuan’. Será, pues, en 2027 y no en 2028 cuando se produzca el centenario de la primera edición, aunque es errónea costumbre calcular efemérides contando desde el año siguiente a la primigenia celebración. Hasta ahora solo ha habido suspensión de las fiestas por la guerra civil (años 1937 y1938) y la presente pandemia.

La tradición de encender hogueras al comienzo del periodo estival se pierde en la noche de los tiempos al tratarse de unos festejos de origen pagano que tenían mucho que ver con la adoración al astro rey. La palabra solsticio procede del latín y significa 'parada del sol'. En el de verano (21 de junio) alcanza su máxima altura por lo que es el día más largo del año, comenzado su descenso desde entonces, lo que aprovechaba el hombre para hacer fogatas y así transmitirle simbólicamente fuerza calórica por cuanto tienen los rayos solares de fuente de vida vegetal y humana.

El cristianismo, como tantas otras, asimiló tan ancestral costumbre pagana y mantuvo el encendido de hogueras coincidiendo con la festividad conocida del santoral más cercana al solsticio del estío, la de San Juan, lo que continúa estando vigente en numerosos lugares de España, Europa e Iberoamérica.

Por ello, la instancia presentada por la entidad Alicante-Atracción ante el Ayuntamiento el 29 de marzo de 1928 decía en sus inicios: “Que tratándose de un festejo arraigado en el alma popular, basado en una vieja tradición...".

Pero a las autoridades no les gustaba esa costumbre que desembocaba en algaradas callejeras, peleas entre barrios y peligrosos fuegos incontrolados como demuestra el hecho de los bandos municipales, conocidos desde 1822, en que se prohibía quemar hogueras en las calles y lanzar cohetes bajo sanción gubernativa entre 20 y 100 reales, aunque el pueblo hacía caso omiso de tal disposición como vamos a ver seguidamente.

Vayamos a 1921 cuyo bando correspondiente, firmado por el alcalde Juan Bueno Sales, reproducimos en estas líneas por gentileza del Archivo Municipal. Según el artículo 39 de las Ordenanzas Municipales estaba prohibido quemar hogueras en la vía pública, lanzar globos de tela o papel con mechas encendidas, disparar petardos, cohetes y cualquier otro fuego de artificio, bajo multa de 25 pesetas que era entonces una barbaridad de dinero.

En vísperas de San Juan en Alicante hubo dos espectáculos de muy dispar contenido. El coro de la Capilla Sixtina del Vaticano, a cuyo frente estaba el prestigioso compositor Lorenzo Perosi, actuaba en el Teatro Principal, causando una espectacular impresión entre el público su concierto de música sacra.

Por contra, en el Music Hall Salón Novedades, que estaba ubicado en la Rambla, actuaba La Chelito, popular estrella de varietés cuyos cuplés de letra picante y doble sentido despertaban el entusiasmo del público.

Y llega el 23 de junio, la noche de San Juan, víspera de la festividad, que era jueves. Las familias se aprestan a acudir a la playa con cestas repletas de viandas donde no faltan las brevas (“a Sant Joan, bacores”) y las tortas rellenas de fritura de cebolla y atún, o sea la tradicional coca en tonyina.

Muchos jóvenes cantan y bailan esperando la medianoche, suenan guitarras y bandurrias mientras personas de todas las edades se encuentran tumbadas en la arena. Y a las doce en punto, a cenar, corriendo las botas de vino de boca en boca. Ya de madrugada, regreso a casa con cánticos populares y alguna bengala iluminando el cielo. Un periódico hablaba de la “vieja perniciosa costumbre de correr la pólvora” que parecía estar en vías de extinción.

Pero la realidad fue otra a tenor de la carta de un lector anónimo dirigida al director de ‘El Luchador’ que le pregunta a las “desautoridades que nos desgobiernan” cuántas multas y detenciones se habían realizado entre los corredores de carretillas y lanzadores de cohetes que rompían con sus estampidos la tranquilidad de la noche.

Censuraba además al alcalde que entretanto se encontraba en una finca de la huerta celebrando su santo y cuya fiesta fue amenizada con una serenata por la Banda Municipal que actuó, eso sí, a título particular.

Resulta comprensible que finalmente se optara por institucionalizar estas costumbres ancestrales ya que Alicante estaba huérfana de fiestas de renombre pues las de agosto en ese tiempo necesitaban de donativos de empresas y particulares para sufragarlas.

Sí que era vieja tradición celebrar por San Pedro corridas de toros. En 1921 se dio la curiosa circunstancia de organizarse dos festejos con los mismos matadores, primeras figuras del momento, Juan Belmonte, Chicuelo y Granero, que moriría meses después en Madrid de una cornada en un ojo, perteneciendo las reses lidiadas a ganaderías de enorme prestigio y respeto, Pablo Romero el día 29 y Eduardo Miura el 30.

Este año continuamos sufriendo las restricciones a las que nos obliga el coronavirus, pero como antaño, seguiremos pensando en tradiciones seculares anteriores a las hogueras monumentales como las de saltar fogatas a la orilla del mar que quedan prohibidas por razones obvias. Pronto volverá todo, con más fuerza si cabe.

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