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Moisés Aparici Pastor

Cobarde y criminal

Anna y Olivia en una foto de archivo

Asistimos con horror al despiadado, cobarde y criminal asesinato donde los haya, por un padre despechado, machista, que incapaz de permitir que el amor y una nueva vida se desarrollen para su ex mujer, de tal modo que, con ojos cenagosos de hoja vieja desplomada, y corazón miserable y ponzoñoso, va y, saboreando el regusto de su loca venganza, secuestra y mata a las dos pequeñas hijas de ambos, quienes inocentes de toda sospecha, permanecían contentas con su papá, lo malo es que él era un depredador. Al final ha terminado imponiéndose una vez más la tragedia machista dentro de ese tejido del tiempo donde seres como ese, desgarbado y de sonrisa necia, ha segado la vida de sus dos angelicales hijas, sólo por causar el máximo daño y dolor posible a su ex mujer.

¿Qué es lo que le pasa a esta sociedad para que no nos volquemos, todos a una, contra tanto machismo incapaz de superar su mirada enquistada, sus acciones malévolas y ponzoñosas además de muy dañinas y, sobretodo sus pensamientos de loco sin sentido? El machismo no es más que un pensamiento erróneo, un estilo de vida corrosivo basado en la preeminencia de que el sexo masculino está por encima de todo lo demás. Su viento veleidoso no tiene edad, se extiende por doquier. Se hincha en su silencio traidor, o se declara entre medio de bufidos, maldiciones, insultos, golpes y patadas hacia las mujeres o para con aquellos hombres menos aguerridos o bárbaros que ellos. Lo cierto es que como con este valiente padre de Tenerife, nadie se acordará de él o de otros como él, tras su último aliento. Cobardes criminales que no sólo matan lo más tierno de la vida o golpean a quienes creen más débiles, su cobardía les induce a quitarse la vida, no vaya a ser que la Ley les haga pagar sus fechorías.

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