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Perplejidad y decadencia educativa

RAFA ARJONES

La melancolía, incluso el pesimismo, asalta habitualmente al profesorado cuando el curso llega a su fin. Una de las imágenes más melancólicas a la que nos enfrentamos en los últimos días de curso es la del aula vacía, cuyo silencio provoca ensimismamiento e incertidumbre en su mente. Tras el estruendo y la vida, se impone un inquietante silencio. Como si el espacio estuviese todavía poblado de fantasmas. Como si el tiempo hubiese quedado en suspenso por un instante, antes de que la piedra de Sísifo caiga de nuevo por la montaña. El aula vacía aparece ante nosotros como un espejo que refleja los miedos y deseos con los que convivimos.

Estos dos últimos cursos han sido muy diferentes a los demás. Aunque habría que diferenciar las circunstancias de este curso respecto al anterior, cuando las clases -como todo lo demás- se interrumpieron súbitamente y sin tiempo de poder planificar adecuadamente los meses restantes. Pese a las dificultades ocasionadas, especialmente durante la tercera ola de contagios este invierno, en muchos institutos hemos logrado impartir clases presenciales durante todo este curso académico, haciendo un esfuerzo extraordinario para adaptar espacios y cumplir las medidas sanitarias. Algunos institutos hemos ofrecido también clases telemáticas para el alumnado que tuvo que estar confinado en su casa durante alguna semana.

Por ello sorprende que las autoridades educativas hayan dictado unas instrucciones de evaluación para este curso muy similares a las del curso pasado, que rebajan drásticamente el nivel de exigencia académica, pudiendo el alumnado promocionar o incluso titular (ESO, Bachillerato y Ciclos Formativos), con independencia del número de materias suspendidas. Es evidente que las circunstancias extraordinarias han condicionado el proceso de aprendizaje y enseñanza en aquellos centros que ofrecieron clases semipresenciales, pero resulta incomprensible e injusto que esas mismas medidas académicas se hayan aplicado también a los centros que sí tuvimos clases presenciales desde el primer hasta el último día del curso. La Generalitat se ha limitado a emitir una orden sin justificar la ausencia de discriminación entre unos casos y otros. Es cierto que la ambigüedad del texto publicado otorga una “relativa” autonomía a los centros pero se impone la premisa de que la repetición sea una medida excepcional.

Flexibilizar es una opción razonable para situaciones extraordinarias, como las del alumnado que ha tenido clases semipresenciales durante todo el curso. Sin embargo, establecer como norma general la devaluación de la exigencia académica es un despropósito educativo con serias consecuencias negativas para el alumnado y para la sociedad en su conjunto. Aunque la repetición de curso no sea la solución a los problemas del aprendizaje, el “aprobado general” (la promoción y la titulación automática) ni es justo para el alumnado ni lo es para el profesorado.

El malestar y la perplejidad, al menos en nuestro caso, no solo es consecuencia de la medida académica adoptada sino también de la ausencia de debate público entre la ciudadanía, cada vez más cansada y resignada ante una gestión arbitraria y errática de la pandemia. Tal vez los profesores no deberíamos permanecer callados mientras la burocracia ampara la confusión y el declive educativo. Si persistimos en la indiferencia, estaremos contribuyendo al triunfo de la banalidad educativa y a una sociedad regida por “la risa de los ignorantes”. 

*Isabel Hernández Navarro, Francisco Castelló Barceló, Silvia Aguilera Maldonado, Miquel Sánchez Amorós, Mª Teresa Vañó Francés, Josefa Sanjuán Ballester, Virginia Navalón Francés, Joaquín Rodríguez, Irene Vila i Lorente, Mª José Vaño Beneyto, Rafael Perales Domínguez, Juan Antonio Sánchez Serrano, Alfredo Sanchís Boscà, Sandra Navarro, Marcial Molina, Joaquín José Conejero, Vicente Flor Contreras, Ana Sirera Orciler, Vicente Puerto Luna, David Pascual Abellán, Enrique García Rodríguez, Virtudes Lázaro Estevan, Rodrigo Aragón Martínez, Rafael Uñach Alpañés, Antonio López Rubio, Marta Marzal Abellán, Óscar Armengol, Francisco Javier Fernández Pérez, Pedro Juan Chico, Francisco González Ruiz, Virtudes Hernández, Mª Cristina Ribera Poveda, Jorge Mas Cayuelas, José Martín Verdugo Coloma, Manuel Martós Vañó, Juan González Martos, Toni Villagrasia Liria, Manuel Amorós Juan, Mª Carmen Egea Ortuño, Jesus M. Flor Francés, Rubén Caballero Miñana, Inma Huerta Biosca, Eva Moya Castaño, Rosa Mª Martínez, Ángeles Corella Castellanos, Vicente Javier Tomás Machí, Ana Isabel Rico de la Rosa, Eleva Vallés Esteve, Marina Hernández López, María Molina Molina, Mª Carmen Mollá Náchez, Ángela Torres Climen, Begoña Calaguig Navarro, María García Tomás, Begoña Iborra Navarro, José Francisco Hernández, Juan Antonio M. Norte.

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