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Carmen Martínez-Fortún

Utilidad privada

Pedro Sánchez, durante el Consejo de Ministros que ha aprobado los indultos del procés.

Una no se cree que los indultos de ayer se deban a la utilidad pública como no lo creen el 67% de los españoles ni el 63% de los votantes del PSOE. Su único interés reside en la utilidad privada para su persona, como gusta autodenominarse nuestro representante gubernamental. Le sirven para permanecer en el poder esta legislatura y arrancar votos en Cataluña en la próxima, que Redondo le tiene los números hechos con la trascendencia de esos votos en las elecciones generales. Como Zapatero, que fue quien prometió lo que no podía dar. También le sirven para desviar la atención del español que sufre, que somos casi todos, menos sus 22 ministros y su señora, cada vez que abren los informativos y aparece la matraca catalana. La misma puede darse en forma de su rostro de predicador bien parecido y sermón de concordia, mientras el loco de turno le convierte en mártir con gritos de ¡Visca la terra!, hermosa vindicación telúrica y hasta ecologista que suscribiría Horacio, o bien en cara de algún empresario mendicante del futuro y oscuro reparto de fondos europeos. Por el otro lado, los indultados, que le exigen por detrás lo que en público reprueban, desprecian y hasta escupen. ¡Lo volveremos a hacer!- dicen, y Sánchez oye lo que quiere oír: que le dejarán un tiempecito precioso para comérselos a besos, a ver si entre ERC, que por lo visto tiene dos caras y Junts se devoran al fin.

Mientras, la verdadera utilidad pública la enmascara el presidente con decisiones unilaterales como la liberación de las mascarillas, falsas bajadas del precio de la luz-pues a las empresas nada-, feos al gobierno de Madrid y acusaciones al PP. Porque aquí nunca abren los telediarios con la reforma impuesta de la educación que permitirá a los alumnos saber más aprendiendo menos, como decía mi entrañable Pilar Galán, ni con el número de muertas que no cesa mientras la ministra de igualdad solo llora, ni con el tren extremeño que nunca llega, ni con la España rural que se vacía, ni con los autónomos que no pueden más. Lo de Cataluña lo tapa todo. Mientras lo consintamos.

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